¿Qué está pasando? Sientes que tu relación cuelga de un hilo y por más que intentas rescatarla se te está yendo de las manos. Quizás ese es el problema, que sólo tú eres quien lucha. Las citas desaparecieron, los encuentros en la cama se han vuelto monótonos y comenzaron los silencios incómodos que esconden un montón de prejuicios. A veces, hasta has pensado cómo sería tu vida si se separaran, pero al mismo tiempo no te atreves a dar ese paso. Algo en ti sigue con la esperanza de poder salvar lo que tenían, ¿será que te estás aferrando a algo que ya no existe? Estas 10 cosas demuestran que en cualquier momento te puedes hundir, porque aunque lo intentes no puedes sola.
Te desvives por complacer. No te confundas, dar de más no es sano. Tu pareja ya se acostumbró a que le entregues las cosas en la mano, no hace ni el menor esfuerzo en salir a buscar lo que quiere, porque le das la solución para todo. Una relación es de dos, ni todo el amor que tengas en ti es suficiente para mantener la llama encendida si el otro no quiere. De nada te sirve quedarte al lado de alguien que sólo existe en tu mente, estás idealizando demasiado.
¿Qué te encadena? A veces, hacemos las cosas sin pensar, asumimos que eso es lo correcto y queremos quedarnos al lado de alguien sólo porque así tiene que ser. El hecho de que tú y tu pareja lleven mucho tiempo juntos, tengan hijos o compartan proyectos, no los obliga a seguir ahí si ya no quieren. Ponte a pensar, ¿sientes lo mismo? Si tus sentimientos han cambiado, escúchalos, porque están intentando mostrarte lo que no te permites ver.
¿En dónde quedó el respeto? Una relación sana no incluye gritos, ni humillaciones, ni ninguna otra falta de respeto. Deja de justificar que siempre han sido así, porque eso lo empeora todo. No se vale que te acostumbres a que cada vez que explote descargue todos sus problemas en ti. Te mereces tranquilidad, tener miedo a las reacciones de tu pareja nunca será sinónimo de amor.
Las peleas se volvieron un vicio. Eres tú quien lucha por la relación cuando normalizas que cada martes discutan por lo mismo. Lo más preocupante es que tu nivel de tolerancia ha ido en aumento, ahora no te asustan sus arrebatos y hasta extrañas cuando hay calma entre los dos. Date cuenta, te estás hundiendo en una relación tóxica que lo único que hará es romper tu autoestima y te costará reconstruirte.
La dosis de drama. ¿Te digo qué es lo más triste? Creciste con la idea de que está bien agregarle tensión al amor. De pronto, hasta se vuelve más cautivador caer en este juego de estar encima de la pareja todo el tiempo. Sin embargo, cuando no cumple con lo que quieres, el nivel de drama se desborda. No es saludable que termines llorando en tu habitación todos los días por cosas que te duelen y ni siquiera intentan hablarlas.
¿Eres feliz? No me respondas, date el tiempo necesario para ir a lo más profundo de tu corazón e indagar, ¿qué es lo quieres? No hay nada peor que ponerte una venda en los ojos, tarde o temprano todo lo malo saldrá a flote y ahí es cuando no tendrás otra opción que enfrentar tus emociones. Por favor, no te quedes con alguien que no te llena y que desde hace mucho tiempo apaga tus sonrisas.
Te asusta la soledad. Hay quienes nunca se han dado la oportunidad de estar consigo mismos, porque les aterra no disfrutar de su propia compañía. Si estás con tu pareja por miedo a sentir la soledad, es señal de que debes salir de ahí aunque te duela. Nadie tiene la capacidad de llenar tus vacíos emocionales. Eso sólo hará que caigas en la amargura.
¿Y el apoyo? A ver, haz memoria, ¿Cuándo fue la última vez que sentiste que tu pareja te puso como prioridad? Amar no es decirlo, hay que demostrarlo, porque todos pasan por momentos difíciles y es muy gratificante cuando tienes apoyo en una relación. Se trata de que al estar juntos saquen lo mejor de ustedes. La vida no es perfecta, pero es menos pesada con la persona correcta. Si no te sientes así, ¿Qué esperas? Emprende el vuelo.
Tu esencia se apagó. Eres tú quien lucha por la relación cuando empiezas a cambiar sólo para darle gusto. De pronto, tu autenticidad se ha ido nublando, ya no sabes ni lo que te gusta. Te has acostumbrado a darle la razón en todo, como si fuera una bomba a punto de explotar. No debería ser así, sentirte culpable por la manera en que te vistes, hablas o te comportas, te está diciendo más de lo que quieres ver.
¿Y la honestidad? La confianza y la honestidad, son pieza clave, no importa si suena a cliché, sé que es cansado escucharlo, pero sin esos dos ingredientes difícilmente se mantendrá el pilar. Una vez que se pierden no hay nada que rescatar. Recuerda que el jarrón roto jamás se volverá a ver igual.
Por más que quiera, no se puede volver a confiar en alguien que ya te soltó. No seas de esas personas que se quedan por miedo al qué dirán. Es tu vida, la gente no debería intervenir en tu felicidad. Si sientes que tu relación tiene remedio, entonces busquen apoyo psicológico, pero si te identificaste con al menos tres de los puntos anteriores, es momento de que pongas todo en una balanza. ¿Vale la pena seguir?
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