Si hay una cosa que encanta del tiempo es la oportunidad que te da para madurar. Es muy impactante cuando empiezas a repasar los capítulos de tu historia y tienes la habilidad de encontrar las razones de por qué actuaste de cierta manera. Eso te ayuda a valorar lo que tienes, ser más selectivo y no engancharte con los que quieren verte derrotado. Es un viaje bastante rocoso, pero vale la pena romper el montón de sombras que te impiden fluir. ¿Te sientes así? Estas 10 señales son la prueba de que tú estás madurando y tu pareja no puede seguirte.
Te da flojera discutir. Hay una diferencia clara entre evadir y no perder el tiempo con gente que te resta mucho más de lo que te aporta. Has entendido que no se vale desgastarte física, emocional y mentalmente, por alguien que lo único que quiere es alterar tu equilibrio. Ahora, pones más atención en las acciones, porque dejan evidenciadas sus carencias. Son muchos los que no se atreven a enfrentar sus traumas y buscan herir a otros para sentirse mejor. Pero tú ya no te tomas nada personal.
Tu amor propio está por encima de todo. Dejaste de ser la persona que siempre estaba a disposición de su pareja. Ahora el autocuidado se ha vuelto tu cómplice y eso te ha ayudado a fortalecer tu carácter. Entendiste que mientras tú estés bien vas a poder ayudar a quien quieras e incluso salir de una relación que no te satisface del todo. Te da igual si te llaman egoísta, primero tú, después tú y al final tú.
Asumes tus responsabilidades. Fue muy cómodo el tiempo en el que huías de todo, dejando que las consecuencias de tus actos crecieran como bolas de nieve ignoradas. Sin embargo, en el fondo te sentías el ser más frustrado, porque tu esencia poco a poco desapareció. Ahora, te has convertido en el que toma el volante y se queda hasta el final del camino.
No siempre tienes que opinar. Todavía recuerdas esa versión tuya que hacía corajes cada que tenías que discutir con alguien y tus argumentos eran ignorados. Sin embargo, estás madurando, ya no vas a intentar tapar el sol con un dedo. Hay personas que no merecen tu tiempo ni tu energía, porque sólo están esperando que abras levemente la puerta para entrar en tu vida y convertirse en una piedra en el zapato.
Tu mente está abierta. Seguramente, tu pareja se puede sentir un tanto sorprendida por tu cambio, ya no eres ni la mitad de lo que fuiste al principio. Tu manera de pensar se ha ido modificando después de cada experiencia. No hay duda de que te reconciliaste con tu ego, tu objetivo ya no es ganarle a nadie. La competencia es contigo mismo, ser cada día mejor y no abrumarte por los pensamientos de los demás. Al final, todos aprenden de todos.
Das de corazón. Fueron muchas las veces en las que te sentiste poco querido, porque diste todo de ti y apenas y te ponían la mínima atención. Sin embargo, estás madurando, porque ya tienes la seguridad de poner límites y aprecias cualquier acto de amor. Si alguien no cumple con tus expectativas, entonces no tiene caso que te entregues. Lo que das es de corazón, nadie te debe nada, pero… tampoco te vas a quedar en un sitio en el que la indiferencia ya se volvió costumbre.
Las cosas como son. Una de las lecciones más grandes que te ha dejado la vida, es la importancia de la comunicación. De nada sirve que le des vueltas a un asunto porque al final la verdad sale a luz y con más intensidad que al principio. Para ti hablar con franqueza ya se volvió sagrado, da igual si eso implica que ciertas personas se sientan ofendidas. Tu pareja ya no tolera esa actitud porque no está lista para tener una relación honesta, en la que el compromiso y el respeto son esenciales.
No eres un ser perfecto, ¡y qué! Por fortuna, ya soltaste esa idea de que ser perfecto es una meta. En realidad, tanto tú como tu pareja están luchando todos los días para convertirse en mejores personas. Sin embargo, los errores no se pueden evitar. La diferencia es que ahora tú los aceptas y te esfuerzas el doble para no volver a cometerlos. Tu responsabilidad afectiva ha ido en aumento y eso se nota cada vez que indagas en tus emociones y no culpas al otro.
Controlas tus pensamientos. Una señal evidente de que estás madurando, es la manera en la que puedes silenciar la voz de tu cabeza. Es muy normal que los pensamientos te abrumen de manera repentina. Sin embargo, la clave está en dominarlos, ahora sabes que si enfocas tu atención en otra cosa van a desaparecer.
Sales a buscar lo que quieres. Eso de quedarte de brazos cruzados esperando a que el Universo te sonría, ya no es lo tuyo. Sabes que soñar es muy sano, pero si no te esfuerzas te vas a quedar con lo que sucede nada más en tu imaginación. La vida se trata de producir, por más que decretes, las cosas no te van a caer milagrosamente del cielo y eso es algo que a tu pareja le cuesta entender.
En conclusión, si te sientes así con tu pareja, es momento de que pongan las cartas sobre la mesa. Es muy válido que hablen sobre sus expectativas, muy probablemente han ido cambiando con el paso del tiempo y por eso ya no conectan como antes. Sea cual sea tu decisión, no olvides que no es tu responsabilidad salvar a nadie. Si tu pareja no es capaz de superarse, creer en sí misma y trabajar por lo que quiere, por más amor que le tengas no será suficiente para hacerla brillar. Tú dedícate a tu propio brillo. Cree en ti, ahí está tu potencial.
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