Hay personas que con sólo sentirlas cerca te abrigan el alma, tienen la facilidad de darte calma en medio del dolor, son magia pura. Hablo de las que se ganan la confianza de un momento a otro, porque sus palabras son sinceras, sus abrazos profundos y sus caricias te dejan huellas tan bonitas, que las recuerdas al pasar los años con un suspiro en el pecho. Llegan así, sin previo aviso, envuelven y ahí es cuando te das cuenta de lo afortunado que eres al encontrarlas en tu camino. ¿Ya pensaste en alguien? Si no te viene nadie a la mente, es posible que tú seas uno de esos corazones excepcionales. Estas 10 señales representan a los que tienen un don espiritual:
Buscan la oración
Una persona espiritual no lo puede evitar, se siente atraída hacia la meditación, quiere conectar con sus sentimientos más profundos. Eso no quiere decir que no le dé pavor, hay muchas cosas de las que huye porque está consciente de que a lo largo de su vida ha cometido errores, como todos. Sin embargo, está dispuesta a seguir avanzando, quiere encontrarse consigo misma. Sólo aquella persona que es capaz de abrazar la soledad entiende lo que es Dios en todos los sentidos. Aprende a valorar cada detalle de su alrededor, la manera en la que la naturaleza y el Universo lo arropan, se vuelve maravillosa. Es algo que pocas personas logran entender, pero una vez que lo hacen es imposible que vean la vida igual que el resto.
Se ponen en los zapatos de los demás
Llega un momento en la vida en el que te das cuenta de que no puedes dejarte para después. Tú importas, tus pensamientos, tus gustos, tus metas. Estás aquí para ser feliz en toda la extensión de la palabra. Es por ello que una persona espiritual suele tener un nivel de empatía muy alto, es capaz de dar todo el amor que hay en su ser, pero sin ponerse a los pies de los demás. No se trata de darlo todo por el otro, porque tú también te necesitas y es muy gratificante actuar desde la bondad. Los que tienen el don piensan antes de actuar, no harán algo que perjudique a los demás sólo para satisfacer sus necesidades. Logran encontrar un equilibrio, eso los distingue del resto.
Se cuidan por encima de todo
¿Cuándo fue la última vez que te pusiste en la cima de tu lista de prioridades? Las personas espirituales suelen darse cuenta de que no es egoísta elegirse primero. En el momento que se empiezan a consentir su manera de ver la vida cambia. Ahí es cuando adoptan nuevos hábitos que los hacen sentirse mejor. No sólo se trata de comer saludablemente o realizar actividad física, también se trata de cultivar los pensamientos, lo que ves, lo que escuchas. Eres todo eso, por ello es tan importante cuidar lo que tu mente y tu cuerpo absorben. Es malo cuando dejas que la energía de otros te afecte.
Sueltan las culpas
Alguien que ha encontrado el don de la espiritualidad no pierde el tiempo en reclamos. Ya pudo abrir su mentalidad lo suficiente como para comprender que sus padres hicieron lo que pudieron para criarlo, si algo no le agrada, entonces le toca cambiarlo. La persona que está lejos de la calma, es la que siempre se está quejando, todos tienen la culpa menos él. Si haces eso lo único que vas a conseguir es volverte esclavo de lo que te atormenta, lo estás agudizando y sin darte cuenta te terminará destruyendo. Lo que te libera es el perdón, has tenido tus malas rachas, no eres perfecto, pero es hora de soltar, perdona y perdónate, no hay más.
Sanan su pasado
Sin duda, este punto es para valientes, porque son contadas las personas que en verdad se atreven a ir a sus raíces. Echar un vistazo al pasado implica volver a abrir algunas heridas, que en realidad nunca se habían cerrado. Duele, porque ahí descubres que hay rencores que no te están dejando avanzar. Cuando tienes el valor de reparar el pasado te das la oportunidad de recibir todas las cosas bonitas que la vida te quiere dar. No es fácil, pero es un regalo que te mereces. Tu don espiritual se abre cuando entiendes que cada sacudida que te ha dado la vida ha sido para algo. Estás en dónde estás por una razón y eso te ha ayudado a encontrar tu mejor versión.
Se enfocan en su desarrollo personal
No se trata de que las cosas te caigan del cielo. Es decir, las personas espirituales confían en los tiempos, pueden creer en los milagros, pero también en sus convicciones. Se esfuerzan en dar lo mejor de sí mismas, trabajan duro y buscan la manera de cultivarse a cada momento. Son aquellas que no se rinden ni juzgan, porque saben que cualquier alma que se atraviese en su camino, les puede aportar muchísimo. Confían en que es imposible saberlo todo, pero al menos no se quedan con la duda y siguen luchando hasta el final por lo que quieren. Están tan enfocados en cumplir con sus objetivos que no tienen tiempo para criticar ni descargar carencias en los demás.
Han roto sus miedos
Una vez que confías en tu esencia, no hay nada que pueda derrumbarte. Una persona espiritual no es alguien que deja de sentir miedo, simplemente se lanza aunque le tiemblen las rodillas. La valentía y el coraje son quienes gobiernan sus pasos y lo agradecen. Están dispuestas a vivir el presente sin importar lo que diga la gente. Hace mucho tiempo que entendieron que no están aquí para darle gusto a nadie. Lo mejor de todo es que comprenden que las cosas no siempre están bajo su control y eso les permite disfrutar el doble, porque si pasa algo malo dejarán que todo fluya.
Ven las cosas sin adornos
Desde luego, es bonito cuando las ilusiones llegan a tu vida, porque te sirven de inspiración para atreverte a dar pasos que quizás en el pasado no hubieras dado. Sin embargo, las personas espirituales prefieren ver las cosas de una manera cruda. Están cansadas de idealizar, quieren almas genuinas, libres de falsedades, porque les enferma la hipocresía.
Los demás llevan su propio ritmo
Es una bendición liberarte de las comparaciones con el resto. Cuando entiendes que cada quien tiene sus propios objetivos y que no debes llevar la misma vida que el de al lado, todo cambia a tu favor. Porque tu mente se limpia, honras cada momento vivido, agradeces lo malo y lo bueno. No llevas prisa, simplemente no quitas tu atención de tus objetivos.
La amabilidad por delante
Es claro, resulta imposible que siempre tengas una sonrisa en el rostro, hay momentos en los que los bajones te sacuden hasta que la amargura se hace presente. Sin embargo, cuando tienes el don de la espiritualidad, aprendes a canalizar lo perjudicial y a no tener una actitud grosera con la gente.
Si te sientes así, es porque ya encontraste la paz en tu interior, no dependes de nadie y sólo quieres centrarte en amar, estar feliz y levantarte de cada caída. La vida ha sido dura, pero honesta, y eso te ha vuelto un alma espiritual.
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