La depresión es un enemigo silencioso, tiene una habilidad que estremece para disfrazarse. Puede estar detrás de una sonrisa, una vida aparentemente perfecta, en alguien que no parece conocer la tristeza. A veces, ese es el peor de los dolores, el que no te provoca lágrimas, porque sientes un vacío que hace que tu cabeza piense tantas cosas y parece que no estás aquí. Es como si hubieran pisoteado tu alma hasta dejarte sin aliento. Lo malo es que te callas, porque no quieres que te juzguen. Te cansas cuando te dicen que no deberías tener bajones porque tienes todo para ser feliz. ¿Te sientes así? Estos son los síntomas que gritan que tienes depresión, aunque no lo parezca.
Un trastorno que sacude vidas, no sólo la del paciente que la enfrenta, también la de sus seres queridos. Es una lucha constante contra las altas y bajas, porque la gente que te ama no sabe cómo ayudarte y tú no te dejas ayudar. No te estoy juzgando, sé que tu mente no te deja ver más allá, porque estás tratando de ganarle a ese autodesprecio que te hace perder las ganas de todo.
La depresión hiere
De pronto, la manera en la que te relacionas con el resto cambió, dicen que tu esencia ya no es la misma y es cierto. Tu estado de ánimo es un sube y baja, pero también tu cuerpo lo resiente. Es una desesperanza que quisieras que no existiera, pero ahí está, amargando tus días. Hay veces en las que te sientes molesto, irritable, pesimista y con una fatiga que te arrastra. Lo cierto, es que algunos síntomas pueden pasar desapercibidos y por eso quiero que prestes atención:
El cuerpo habla
Es posible que tu manera de cumplir con el día no haya cambiado, es decir, sigues asistiendo a trabajar, cuidando tu imagen, saliendo con tus seres queridos. Sin embargo, las molestias físicas cuando tienes depresión son muy comunes. Es necesario que no minimices los dolores de cabeza, problemas estomacales, mareos, indigestión, taquicardias. Si ya asististe con tu médico de cabecera y no encontró nada fuera de lo normal, es tiempo de que vayas a lo más profundo de tus emociones. Quizás es el llamado que necesitas para empezar con el tratamiento.
No te apetece estar socializando
A ver, es normal que haya días en los que no quieras saber nada de nadie, tú también te necesitas y se vale que te pongas como prioridad. Sin embargo, ya llevas un tiempo en el que te has vuelto un experto en poner una excusa tras otra, para no salir con tus familiares, amigos o pareja. Te da pereza el simple hecho de pensar en la convivencia, no quieres que nadie note que la estás pasando mal y por eso prefieres aislarte. Estás entrando en un círculo vicioso y no te das cuenta.
La calma excesiva no es saludable
Sin duda, este síntoma suele ser ignorado por muchos pacientes con depresión. Alguien que empieza a hacer las cosas más lentas, quizás la está pasando muy mal. Tienes que saber que el cerebro de una persona deprimida no funciona igual que el del resto, hay interrupciones en sus conexiones neuronales. De ahí que las funciones motrices se ven afectadas y tienden a hacer todo mucho más lento. Es por eso que parece que están en su mundo, les hablas y tardan bastante en responder.
Problemas en la piel
Otro síntoma físico de la depresión son las reacciones imprevistas que puede presentar la piel. Las personas deprimidas suelen tener problemas de dermatitis atópica. Esto quiere decir, que el paciente presenta sarpullido en los brazos, rodillas u otra parte del cuerpo. Lo que provoca dolor y picazón constante. También, los pacientes con niveles de ansiedad pueden padecerla.
Los medios son un escape
Una persona que está lidiando contra la depresión, intenta desconectarse de todo por períodos largos. Es por eso que la televisión, los videojuegos o redes sociales, se convierten en su válvula de escape. Esto puede llegar a un nivel muy grave, porque se aíslan de tal manera que crean su propia realidad. Lo que busca alguien deprimido es no angustiarse con el montón de pensamientos que acechan su mente.
Las relaciones no son prioridad
Si tú o tu pareja, se sienten deprimidos, es prácticamente imposible que sientan ganas de tener relaciones. El deseo se apaga y no tienen energía para nada más. Por supuesto, hay excepciones, pero a la mayoría le cuesta mantener la actividad bajo las sábanas, incluso si tienen relaciones resultan monótonas, no encuentran ningún tipo de satisfacción.
Un error tras otro
Si en verdad quieres ayudar a una persona con depresión, empieza por no juzgar sus pasos, porque tampoco sabe por qué actúa de cierta manera y eso frustra. Es una batalla que parece no tener fin. Cuando no se le olvidan las cosas, le cuesta concentrarse o seguir una indicación. Es por ello que los errores se vuelven repetitivos. Esto los hace sentirse peor, confundidos y decepcionados de sí mismos. No están presentes del todo, por eso les cuesta tanto adaptarse.
La comida se vuelve un enemigo
Cuando la depresión empieza a invadirte, es muy común que construyas una relación poco sana con la comida, hay quienes la ven como un consuelo y otros que prefieren huir, les cuesta muchísimo pasar un solo bocado. Estos cambios pueden verse reflejados en el peso, puedes aumentar o bajar kilos de manera muy brusca. Es una alteración tan drástica que también afecta tu autoestima y ahí es cuando te sientes terrible.
La sonrisa fingida
Pese a que son millones los que todos los días se levantan para ganarle a la depresión, todavía hay quienes se atreven a juzgar y minimizar sus síntomas. Por ello, hay pacientes que han optado por fingir que todo está bien. Se esfuerzan el doble para disimular y por eso surge eso que llaman depresión sonriente. Es difícil, porque te vuelves un experto en no mostrar la soledad y la tristeza.
Demasiado realistas
Es claro, que no puedes ir por la vida con la idea de que todo es bonito y perfecto, hay que aceptar las malas rachas tal y como vengan. Sin embargo, las personas con depresión suelen emplear lo que se conoce como realismo depresivo. Es decir, son más precisos en todo lo que hacen y menos optimistas. Es muy común que la negatividad sobre planes a futuro esté en sus conversaciones. Sus sueños están atrapados, por eso no tienen ilusión de nada.
Definitivamente, la depresión no es un juego, si estás experimentando alguno de los síntomas anteriores es tiempo de que acudas con un profesional de la salud. Es la única manera en la que puedes obtener un diagnóstico y tratamiento. Si es un ser querido el que está pasando por esto, es importante animarlo a buscar ayuda, acompañarlo, que sepa que no está solo, hagan ejercicio e invítalo a realizar actividades bonitas. No es un camino fácil, pero lo importante es empezar a andar.
Por ningún motivo, le digas a alguien con depresión que le eche ganas o que hay personas que pasan por peores cosas y siguen de pie. Las comparaciones y minimizar sus emociones, son terribles. Si vas a ayudar así, mejor no ayudes. A veces, alejarte es lo mejor que puedes hacer.
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