Tranquila, sé que no es fácil, que una parte de ti se siente aterrada y quiero que sepas que no eres la única. Ser madre es vivir con un constante revoloteo de emociones, te sacuden sin previo aviso y hacen que tu inestabilidad quede por los suelos. Sé que te esfuerzas en dar lo mejor de ti, pero por favor no te exijas perfección, porque esto te está rompiendo cada día. Es cierto, por más manuales que intenten darte nunca se comparan con la realidad, una vez que sostienes a tu bebé en brazos, te vuelves valiente y temerosa al mismo tiempo.
Lo sientes tan frágil, tan bello, tan puro, que darías lo que fuera con tal de que nadie le ponga un sólo dedo encima. En ese instante descubres otro tipo de amor, el que te llena de vida y te confirma que una parte de tu corazón vivirá para siempre en su pecho. Sí, la maternidad es bonita, pero también tiene un lado oscuro, en el que te sientes tan abrumada y desesperada, que lo único que quieres es salir corriendo. Está bien, no te juzgues, por eso, es demasiada la carga emocional. Estas son 10 verdades de cómo a una mujer le cambia la vida al tener un hijo.
Por qué un hijo te cambia la vida
Ser madre, es sinónimo de un amor sublime, es convertirte en la guía de un ser que te admira por el simple hecho de que le diste la vida. Es ese contacto entre la magia y el Universo, una conexión que rompe con todo lo real. Eres la mamá que le hace honor a la compasión, la que daría y haría lo que sea con tal de ver brillar a esa personita que le da ánimos cada día. Tu huella se queda en lo más profundo de su alma, cada risa, caricia, beso, abrazo, las veces que limpias sus lágrimas, le ayudas a levantarse, ahí perduran, en un rincón de sus recuerdos. Esto es lo que cambia:
Tu lado salvaje se activa
Es increíble la manera en que fluye la valentía que te corre por las venas cuando se trata de tu hijo. Tu lado más protector se enciende, no vas a permitir que nadie le haga daño, te aterra saber que allá afuera hay mucha gente mala, por eso harás lo que esté en tus manos para velar sus pasos. Quieres que crezca sano, fuerte, que luche por sus sueños, para ti siempre será tu bebé. Te conviertes en la mamá que no conoce obstáculos, la que no va a bajar la mirada ni callarse. Si tienes que luchar contra todo el mundo para defender a tu hijo, lo harás.
Ya no se trata de ir contra reloj
Antes de ser mamá el tiempo no te importaba mucho, pero una vez que conociste a tu hijo descubriste que cada segundo es valioso. No quieres perderte sus primeros pasos, palabras, travesuras. El tiempo se pasa muy rápido, te vuelves más consciente de que estar aquí es sólo por un instante y hay que aprovecharlo hasta que te duela el estómago de risa o te vibre el pecho de tanta calma. Es verdad, habrá muchos días en los que no sepas ni qué hacer contigo, te vas a desesperar, te sentirás agotada y vas a decir que el tiempo no te alcanza para nada. Sin embargo, conforme veas crecer a tu hijo, te darás cuenta de que todo vale la pena.
Quieres tu mejor versión
Por supuesto, quieres darle lo mejor a tu hijo y eso incluye tu cara más bonita. No te estoy hablando de un tema superficial, es algo más profundo. Te enfocas en trabajar duro, quieres que no le falte nada y a la vez te vuelves más paciente. No eres perfecta y lo sabes, pero tratas de respirar profundo al perder el control, tu deseo no es lastimar a tu pequeño, al contrario. Vas a descubrir que mientras tú estés bien, tu hijo también lo estará, de otra manera no funciona.
Ya nada es a la ligera
Antes eras tú contra el mundo, tu espíritu aventurero era el que te dirigía y te encantaba. Viviste momentos hermosos, divertidos y memorables, pero ahora tu perspectiva de la vida cambió. Ya no puedes tomar las cosas tan simples, necesitas analizar si tus decisiones van a mejorar la vida de tu hijo. Eres más minuciosa, quieres tener la seguridad de que todo estará bien. Así que los detalles importan, la silla para el coche, la leche, la ropa, los productos de limpieza, son un montón de cosas que cuidas para que nada se salga de control.
Más canciones infantiles
Sin duda, una de las partes más bonitas de ser mamá es la manera en la que tu hijo despierta a tu niña interior. De pronto, las canciones infantiles se vuelven un hábito de todos los días. Hasta las echas de menos cuando no están reproduciéndose a todo volumen en la sala de estar. Así que las cantas inconscientemente, en la ducha, el trabajo, cuando cocinas. Ahora, te emociona cuando anuncian una nueva película animada.
Honras la empatía
Antes de ser mamá había sucesos que te hacían sentir triste o feliz, aunque no te pasaran a ti, pero tenías ese lado empático que te invitaba a ponerte en los zapatos de los demás. Ahora, eso se intensificó, entiendes perfectamente a cualquier madre y tu lado sensible está desbordado. Te volviste más bondadosa, dulce, con ese toque de ternura que envuelve y revive a cualquiera.
Un mundo más bonito
No estoy diciendo que antes de ser mamá eras cruel con el medio ambiente, pero una vez que das vida, lo único que quieres es preservarla a como dé lugar. Es por ello que cuidas su alimentación, su mente y todo a su alrededor. Quieres que tu hijo crezca rodeado de naturaleza, tranquilidad, que respire aire puro y nada más.
En los zapatos de tu madre
Es ahí, justo en ese momento en el que recibes a tu bebé en tus brazos, mientras lo contemplas y lo acaricias, te das cuenta del amor tan incondicional que tu madre siente por ti. De pronto, te pones en sus zapatos y entiendes todo lo que ha hecho. Tu madre también pasó por eso y siguió avanzando. Ahora, la admiras el doble, la valoras más y das gracias porque sigue a tu lado.
Tu cuerpo es tu templo
¿Cuántas veces no leíste eso? Sin embargo, antes de ser mamá te empeñaste en cumplir con los estándares absurdos que te imponía la sociedad. Ya no, el cuerpo que tienes fue el hogar de tu pequeño. Los rollitos, la celulitis, las estrías, ahí están, son la prueba de que tu cuerpo ha pasado por tremendos torbellinos, pero sigues de pie y ahora antes de lucir perfecta, lo que quieres es estar sana para ver a tu hijo cumplir sus sueños.
Se quedan los que en verdad te aman
Es muy duro darte cuenta de que las personas que amas demasiado, cambiaron su actitud sólo porque te convertiste en mamá. Ya no puedes seguirles el paso, porque tus responsabilidades no son las mismas, sobre todo, en los primeros años. Sin embargo, eso no quiere decir que no seas divertida. Se van a quedar las personas que te valoran por encima de todo. Aquellas que saben que no puedes ir a la fiesta, pero te llevan la fiesta a casa. No te conformes con menos, que se vayan los que sólo quieren una versión tuya que les conviene.
Y tú, ¿En qué cambiaste ahora que eres mamá?
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