Cuando el dolor te agobia entras en un estado emocional impenetrable y que alguien intente decirte “te lo dije” o “¡escúchame!” es por completo inútil, más bien contraproducente. A veces, en la vida, solo necesitas un abrazo, no palabras ni consejos, nada más que un abrazo que diga en su silencio: “aquí estoy, sé que te duele y esperaré lo que sea necesario a que estés listo para hablar”.
Entiende que cuando alguien está con el corazón roto, si ha sufrido una enorme decepción, ha perdido su trabajo, ha perdido a alguien o lo que sea, a veces no quiere que le hablen, no quiere escuchar consejos o que le digan que todo va a estar bien.
A veces solo necesita silencio, dejar salir toda su pena y que si alguien quiere acompañarle sea solo para hacerle saber que está ahí y abrazarle. Eso le hace mucho más bien que decirle palabras y frases que pueden empeorarlo todo.
No necesitas acercarte y darle todo un discurso de lo que pudo haber hecho bien o mal, nadie quiere eso en un momento de dolor. Nadie quiere que le diga lo que estuvo mal en sus acciones o lo que pudieron hacer diferente porque eso lo empeora. No quieres que esa persona que te importa esté peor. Sé que quieres ayudarle, pero las palabras muchas veces no son la mejor terapia. Las palabras déjalas para cuando se sienta preparado de hablar. Déjalas para cuando pueda soportarlas, no para cuando lo pueda destruir.
Entiéndelo, ponte en su lugar. ¿Qué querrías escuchar en un momento de gran dolor emocional? ¿Que todo va a estar bien? ¿Qué eres el culpable y esas son las consecuencias? No, la verdad no quieres escuchar nada, solo quieres dejar que se asiente la presión y el dolor. Dejar salir las lágrimas, desahogarte quizá, acostarte y dejar que los pensamientos te trasladen de un lugar a otro. No es que estés encerrando en el dolor es que necesitas padecerlo, evitarlo solo hace que se vuelva más profundo y doloroso con el tiempo.
Por lo tanto, cuando veas a alguien con la mirada perdida, desilusionado, decepcionado, con situaciones difíciles sobre sus hombros y quieres ayudarle, intenta primero con un abrazo, uno que le haga saber que le importas y que estás presente.
Ya luego si quiere hablar te lo dejará saber, no le presiones a hacer algo que lo puede empeorar, no lo obligues a escuchar un sermón o un consejo que no quiere.
Solo quédate a su lado, abrázale, dale tu calor y tu presencia, a veces solo se necesita eso para mejorar en todos los aspectos. Para apaciguar el dolor y ver con más claridad el problema que lo agobia. A veces un abrazo puede ser tan reparador que le saca una sonrisa en medio de la oscuridad en la que se encuentra. No te atrevas de inmediato a lanzar consejos o a culparle por las consecuencias de sus actos. ¡No lo hagas!
A veces con solo un abrazo haces mucho más que con palabras astutas.
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