Esto va para ti, tú sabes quién eres, el hombre que me lastimó lo suficiente como para romper mi alma en dos justo cuando estaba dedicada a amarte y cuidar tus necesidades. Sí, esto es para ti: GRACIAS POR RENUNCIAR A MÍ, gracias por rendirte conmigo y tomar distancia porque me has dado la oportunidad de auto-examinarme, de entender quién soy, lo que quiero y necesito en mi vida. Me demostraste que tú no eres ni cerca lo que quería y ahora sé cómo es que merezco ser tratada en una relación.
Fue tu indiferencia la que me hizo darme cuenta de lo que valía, y que jamás seré valorada como tal estando al lado de alguien que no le importo. De verdad, estoy muy agradecida. Muchas cosas que hiciste conmigo me abrieron los ojos y me hicieron comprender la realidad de nuestra relación, y mi realidad como mujer y persona.
Te agradezco por haber jugado con mi corazón, me hiciste ver lo doloroso que puede ser el amor y que ya no puedo ser más esa pequeña ingenua que confiaba con los ojos cerrados. Ahora entiendo que el amor así como me eleva, también me puede denigrar si lo permito. Hiciste que dudara de mis propios sentimientos, y aun así temía alejarme de lo único que conocía.
Con palabras dulces y falsas me hiciste creer que era la única, pensé que estaría a tu lado para siempre, que eras mi alma gemela. Y es que en mi ingenuidad asumía que todo ese amor que había desarrollado por ti tú también lo sentías. Así que gracias por mentirme, por las promesas vacías y las sonrisas engañosas. Con ello me enseñaste que sin importar qué tan honesta y buena persona sea con los demás, igual siempre habrá quien mienta y engañe sin remordimiento alguno.
Me enseñaste que existen personas en el mundo tan poco empáticas que pueden fingir por completo ser quienes no son para ganarse la confianza de otros y asegurarse que nunca se alejen de su lado. Que se queden como borregos temerosos creyendo que afuera estarán peor que en el matadero.
Te agradezco que pusieras siempre tus necesidades sobre las mías y me mostraras lo poco que te importaba. Siempre fui solo una opción más en tu abanico de alternativas. Nunca fui una prioridad y eso me hizo creer en verdad que no era lo suficientemente buena, o inteligente o bonita para tus ojos. Sentía que cada día competía conmigo misma para ser mejor y finalmente te enamoraras de mí como lo deseaba. Con ello supe finalmente que lo único que de verdad te gustaba de mí era cómo yo te hacía sentir.
Creías que eras una especie de Dios que debía ser adorado y que él no debía ni mover un dedo. Con mis atenciones te sentías importante y amado, tu ego se inflaba y en tu mente solo había espacio para ti. Solo lo que tú sintieras importaba, mis problemas, mis miedos, mis dudas nunca fueron significativas para ti. Todo lo que yo era valía poco para ti.
Gracias por enseñarme que la única persona en la que de verdad puedo confiar es en mí misma. Soy la única que me acompaña al final del día. Y gracias por hacerme ver que a la primera persona que debo hacer feliz siempre es a mí.
Me perdiste para siempre porque gracias a ti ahora soy más consciente del mundo en el que vivo.
Me quitaste todo y destruiste lo que creía y el amor que te tenía. Esa tragedia me hizo ver que yo puedo controlar mi vida, que yo decido con quien estar, porque no tengo que esperar a que alguien decida si me ama o no.