De nada sirve que le digas a tu hijo que se vaya por la acera, si tú sigues andando a mitad de la calle. Los niños son pequeñas esponjas que están a la expectativa de cada una de tus acciones y es tu ejemplo el que se les queda grabado. Son los hechos los que dicen todo, aunque también tienes que cuidar tus palabras. Ellos te imitan y también te admiran, te ven como su máxima figura y por eso les duele tanto cuando les dices cosas que despiertan sus inseguridades. Lo peor, es que muchas veces, ni siquiera te das cuenta, hay actitudes que tiene una madre y debilitan el vínculo emocional con su hijo, por eso es indispensable que las identifiques.
El niño se pierde en cada uno de los detalles, no te hagas la idea de que está en su mundo, porque analiza tu lenguaje corporal, el tono de tu voz, la manera en que cambian los rasgos de tu cara. Tu hijo sabe cuando algo anda mal y cuando no también. Es por ello que hay momentos en los que te sientes muy triste y aunque no andas llorando por toda la casa, lo percibe, no es casualidad que te dé un abrazo de manera repentina. Está buscando la manera de ayudarte a sanar tu dolor.
Tu actitud lo dice todo
Cada una de tus acciones es apreciada por tu hijo, lo que sale de tu boca y la manera en que canalizas tus emociones. Sé que hay veces en las que te sientes frustrada, desesperada o molesta, pero en esos casos tienes que ser el doble de fuerte para no ensuciar su inocencia, no descargues tanta angustia en un ser tan pequeño y frágil. Tú le estás enseñando cómo debe actuar ante una situación de estrés, evita que la negatividad sea tu respuesta. Cuando permites que la hostilidad sea parte de tu hogar, estás fracturando la autoestima de un niño que cree todo lo que le dices.
Ahí es cuando te vuelves sumamente exigente, el niño crece con la idea de que nada de lo que haga será suficiente para satisfacer tus necesidades. Si para mamá o papá, no es alguien bueno y valioso, ¿Qué caso tiene esforzarse para demostrarle al resto? E incluso a él mismo. Estás rompiendo con todos sus sueños y lo ignoras por completo, porque asumes que es un niño y que seguramente mañana se le va a pasar. Créeme no se le pasa.
La relación que construyas con tu hijo es para toda la vida, empieza desde la infancia. No pretendas que te traten con amor, respeto y confianza, en la adultez, si no les enseñaste eso de pequeños. Es momento de que tomes conciencia, no es para que te sientas juzgada ni mucho menos, es para que abras los ojos y te des cuenta de que tienes otra oportunidad, de hacer las cosas diferentes, de una manera sana.
Estás rompiendo sus emociones
La manera en que tratas a tu hijo va a influir en cómo se comporte en un futuro, ya sea positiva o negativamente. Si crece en un hogar frío, en el que se siente rechazado, humillado y restringido, será un adulto con muchos problemas a la hora de interactuar con el resto. Por favor, deja de hacer esto:
Ignorar cuando te habla
Sé que tienes pendientes, deudas, obligaciones. La vida no es sencilla y hay momentos en los que sientes que te ahogas, pero por lo menos dale 10 minutos de tu día a tu hijo, que sean exclusivos, en los que te pueda contar sus cosas sin que estés pensando en otra cosa o usando el teléfono. Es agotador para él no sentirse escuchado, porque se acostumbra a que sus emociones no importan y poco a poco va cerrando el canal de la comunicación.
Subir el tono de voz
Ten en cuenta que el abuso no sólo se trata de emplear la fuerza física, la manera en que manejas tu tono de voz influye demasiado en su cerebro. El niño aprende a tenerte miedo cada vez que le gritas, pero al mismo tiempo su estrés aumenta y ahí es cuando no te puede poner la atención que le estás exigiendo, porque no confía en ti, le aterra no saber de lo que eres capaz y lo mucho que tus gritos se pueden elevar.
Darle castigos
Llega un momento en el que la crianza se vuelve agotadora, te entiendo. Sin embargo, no es justificable que uses el castigo para todo, porque la psicología confirma que una prohibición tras otra no genera un cambio en el comportamiento del niño. En lugar de eso, se recomienda emplear el refuerzo positivo. Es decir, vas a reconocer su buen comportamiento y darle algún beneficio por ello. No se trata de premiarlo ni chantajearlo. Por ejemplo, puedes motivarlo diciéndole que si acaba su tarea a tiempo, puede elegir una película.
Calidad, no cantidad
La vida cada vez es más ajetreada, sé que hay madres que no tienen opción, tienen que salir a trabajar largas jornadas o de lo contrario sus pequeños no comen. Sin embargo, los pequeños detalles en este caso son los que importan. Tu hijo va a recordar ese minuto en el que le leíste un cuento, jugaste con él, fueron a caminar al parque. Que no se te vaya la vida sin guardar ese tipo de memorias.
La falta de cariño
Bien, tal vez vengas de un hogar en el que los abrazos y los besos no eran habituales. Sin embargo, mira a tu hijo, ¿Crees que se merece que rompas con eso? Por supuesto, él necesita contacto físico para sentirse querido y valorado. Si te cuesta trabajo hazlo poco a poco, hasta que se vuelva común darle un beso en la frente, un abrazo o decirle lo mucho que lo amas.
Cómo empezar a cambiar
- Ten paciencia, no pretendas ser la madre perfecta en un pestañeo. Los errores son parte del proceso, pero puedes empezar con esto:
- Sé empática, ponte por un segundo en sus zapatos, date cuenta de que para ellos no es fácil lidiar con todos los cambios.
- Céntrate en el presente, por un instante, busca la manera de desconectarte. No pienses en lo que tienes que hacer mañana o pasado. Date la oportunidad de estar con tu hijo en toda la extensión de la palabra. Si te cuesta trabajo haz los ejercicios de respiración, eso te ayuda a despejar la mente. Puedes inhalar durante 5 segundos, mantienes 5 segundos y exhalas en 5 más. Repite hasta que te relajes del todo.
- Date atención, así es, te has dejado en el último sitio de tus prioridades y no se vale. Tienes que estar bien tú para poder criar de manera sana, al revés, no funciona. Si estás feliz, tus hijos también lo estarán.
De esto se trata la crianza, hay momentos en los que hay que desaprender, no porque te hayan enseñado algo en tu infancia, significa que está bien. Sin embargo, vas a ver que las cosas mejoran cuando empiezas con los pequeños cambios. Se lo merecen tus hijos y también tú. No te acostumbres a vivir un calvario al lado de la gente que amas.
¡Hoy es muy buen día para empezar!
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