Un día nuevo… no hay más, tienes que salir y dejar a tus hijos al cuidado de otra persona. Sé que te parte el alma no poder quedarte cuando más te necesitan, que echas de menos sus travesuras cuando estás en el trabajo. Duele, porque quisieras partirte en dos, pero sabes que necesitan calzado, comida, educación y que por más amor que haya en tu corazón no es suficiente para que vivan. Esta carta es para ti, la madre que regresa a casa después de trabajar y se siente culpable.
Por favor, no seas tan dura contigo misma, ya es suficiente cruel el mundo que te rodea, como para que tú también le eches más piedras al costal. Mírate, has ido cargando un saco de culpas que no te dejan ver tu verdadera esencia. Eres una mujer maravillosa, no te rindes nunca y haces lo que sea con tal de que a tus hijos no les falte nada. Son muchas las veces que te has ido al trabajo con lágrimas en los ojos, te pesa que te echen de menos, pero mamá necesitas trabajar y está bien. Eso no te hace menos valiosa ni una mala madre, eres valiente y el hecho de que no estés presente durante el día no significa que no ames a tu hijo.
La demás gente no te da de comer
No te enfoques en las críticas que no pides, porque la gente nunca está conforme con nada. Si eres la mamá que se queda en casa te juzgan, pero si eres la que sale a partirse el alma para darles un futuro mejor, también lo hacen. Enfócate en ti, en tus hijos, en tus metas, porque si quieres la aprobación de los demás vas a terminar con un desgaste físico, mental y emocional grave.
Mamá, sé que hay veces en las que detestas al reloj, parece que no avanza, el tiempo pasa tan lento que lo único que puedes hacer es imaginar. Te gusta pensar que está bien, que se divierte y que no te extraña. No quieres saber que sufre por tu ausencia y por eso le echas más ganas al trabajo, entre más rápido llegues a casa mejor, aunque el tráfico no siempre es un buen aliado. Tú sabes que darías lo que sea por llegar al instante, pero a veces te toca solo verlo dormir. Entonces, te detienes ahí, sintiéndote un poco derrotada, una vez más no alcanzaste a verlo cenar, así que deslizas la manta en su cuerpo para que no tenga frío.
Es muy duro, pero te siente, tu hijo sabe que lo amas, por la manera en que lo contemplas, las veces que lo besas, lo contenta que te pones cuando puedes cubrir los gastos que necesita. Sí, quizás aún es muy pequeño para comprender del todo la situación, habrá momentos en los que te va a reprochar, porque tampoco sabe cómo canalizar sus emociones y en el fondo no quiere que se rompa jamás el lazo que existe entre los dos. Sin embargo, tienes que confiar, tu pequeño cada día será más consciente de todo lo que haces para verlo contento y sano.
Mamá, no te detengas, lo haces bien
Te asusta estar cometiendo el peor error, que en un futuro tus hijos te reclamen por tu ausencia, pero hoy quiero decirte que puedes continuar, trabajar no es malo. Además, tú sabes que no lo haces por gusto, los gastos son cada vez más y entre las cuatro paredes de tu habitación difícilmente vas a conseguir lo que te da la estabilidad laboral.
Tu hijo necesita calidad antes que cantidad, quizás no puedas pasar todo el tiempo a su lado, pero intenta que el pequeño momento que le brindes sea exclusivo para él. Deja que te cuente sus travesuras, mira sus avances, juega, ríe, salta, llévalo al parque, que tu propósito sea ir guardando memorias, esas que ni el paso del tiempo puede borrar. Eso le ayudará a comprender que aunque la distancia existe, no significa que no lo ames.
Y sí, no te lo voy a negar, habrá momentos que te vas a perder, que quizás no te toque escuchar sus primeras palabras o cuando se deslizó por la resbaladilla, pero ya lo notarás más adelante. No te sientas culpable por querer darle las herramientas que necesita. Nadie dijo que la vida es color de rosa, tiene sus ratos amargos y hay que saber limpiarse las lágrimas y seguir avanzando.
No estás sola
Suelta la culpa, no estás sola, son millones las madres que todos los días te acompañan en esta lucha. Llena a tu hijo de besos, abrazos y dile cuánto lo amas, aunque sea un minuto al día. Una vez que cruces la puerta de tu casa deja el estrés del otro lado y céntrate en aprovechar cada segundo.
Por ahora duele y mucho, pero más adelante la vida te va a compensar, te va a demostrar que cada sacrificio valió la pena y que al final no lo hiciste mal. Pero lo más importante será cuando tus hijos reconozcan todo lo que les brindaste, ahí es cuando lo que diga la gente saldrá sobrando, porque fue por ellos que no te rendiste. ¿Te das cuenta? Les estás dando la lección más grande, al verte tan trabajadora y persistente.
Si todavía no lo has notado, hoy te lo quiero decir, eres una gran mamá.
Texto orinal: albertespinola.com © Todos los derechos reservados.