Qué bonita te ves, desde que decidiste salvarte de todo ese dolor que te carcomía la existencia. Estabas asustada, sentiste un montón de grietas rasgar tu alma y el aliento ya no era suficiente. Te rompiste tanto que pensaste que no lograrías salir de ahí. Hasta que te cansaste de ser la que reparaba, la que buscaba soluciones, la que no se sabía guardar ‘un te extraño’. Nadie lo valoró y eso fue apagando poco a poco tus ganas de sonreír. Sin embargo, bendito el día en el que levantaste la mirada para no bajarla más. Te ves hermosa desde que sacaste a ese idiota de tu corazón.
Llegó el momento en el que tu paz ya no le pertenece, aprendiste a lidiar con tus miedos y ahora sólo quieres estar contigo misma. Estás haciendo todo para volver a soltar carcajadas genuinas, tener conversaciones largas, apreciar las caminatas por la mañana y perderte en la luz de la Luna. Esa eres tú, la loca que tiene un montón de pensamientos encantadores, pero se los había guardado por un patán que apenas y recordaba el día que se conocieron. Mírate, quién diría que te verías tan segura, valiente y radiante.
Ese idiota que sacaste de tu corazón absorbía lo mejor de ti y no te dabas cuenta. A su lado fuiste la que lloraba a puerta cerrada en el baño. La que se sentía insegura cada vez que te ponías tu vestido favorito. Fuiste la que no podía bailar, ni cantar, ni gritar. Con él tus silencios se volvieron rutina y te acostumbraste a su mal amor. Permitiste que todas sus mentiras se impregnaran en lo más profundo de tu mente y le creíste. Dejaste que sus vacíos se convirtieran en los tuyos y tus días se volvieron una eterna pena. Las lágrimas, la frustración, los miedos, eras tú luchando contra la tormenta.
Qué bonita te ves, desde que entendiste que no mereces las sobras de nadie y que un hombre que no tiene el valor de apreciar la pureza de tu esencia no merece ni una gota de tu pasión. Ese idiota te tuvo en la palma de su mano y lo único que hizo fue hacerte sentir la mujer más rechazada de este mundo. Qué ironía, cuando más cerca estuvo más sola te sentiste.
Desde que lo dejaste te reconciliaste con tus heridas, porque entendiste que todas esas promesas que te hizo nunca serían una realidad. Te diste cuenta de que la vida se te estaba yendo por ser leal a un amor insano, cruel y asfixiante. Te dolió mucho aceptar que te dijo un montón de cosas que no sentía, pero enfrentarte a la verdad te ayudó a calmar tanta ansiedad. Tú no eres la del problema, no sientas culpa por la falta de madurez de ese idiota.
Es así, no tuvo los pantalones para amarte como te lo merecías. Le quedaste muy grande, porque tu amor es inmenso, más que un par de líneas de poesía. Es arrebatado, poco cuerdo, interesante, dulce y salvaje. Tu amor tiene el don de sanar, pero a las almas genuinas, a las que no llegan a tu vida con esa máscara que la única intención que tiene es manipular.
Qué bonita te ves desde que dejaste a ese idiota. Lee bien, una mujer como tú, inteligente, digna, alegre, preciosa, no merece conformarse con un amor tan seco. No estás para esperar a que te quieran. La vida es un reloj andando, qué bueno que te diste cuenta de que tus mejores años los estaba desgastando, un hombre ordinario y vacío. No estás para que te traten indiferente, tú te mereces magia, encanto, flores inesperadas, paseos largos, pláticas hasta el amanecer. Vamos, que la vida no es un cuento de princesas, pero tampoco te conviertas en la protagonista que siempre está sufriendo.
Amar no son lágrimas ni humillaciones. Amar es cuidar, proteger, valorar, es entender que el otro no te pertenece, pero te gustaría estar a su lado en las buenas y en las malas.
Qué bonita te ves desde que no ruegas y pones límites. Desde que te marchas antes de volver a tropezar con la misma piedra. Sobre todo, te ves radiante cuando te aceptas y no te juzgas. Cuando no buscas impresionar a nadie y dejas que tu lado complejo tome las riendas de todo. Esa eres tú, la mujer por la que vale la pena luchar cada día.
Estás divina, mereces que revienten a diario por tu amor, que te presuman y te curen el alma. No dejes que te quieran un día sí y otro no. Porque los amores a medias le quedan muy chicos a las mujeres de tu talla.
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