Un hombre, aunque se diga muchas veces que no, también es un ser muy sentimental y sensible, y claro está, que con un beso podrías llegar hacerle sentir mucho. Más incluso que practicando el coito.
Un hombre puede recordar un momento así toda una vida. Puede no dejar de pensar en ti cuando besas con toda tu alma.
Cuando besas sin miedo, segura de ti misma, y con mucho amor, tu esencia cala en el corazón y desde ese día todo cambia para siempre.
Una mujer puede mirarlo a los ojos con una profundidad hipnotizante. Agarrarle la mano presionando y acariciando con sus dedos. Poniendo su otra mano en su rostro con tacto, delicadeza, caricia y pasión, y al mismo tiempo besarlo delicadamente en los labios. Como si de seda fina se tratara.
Un beso que va de menos a más, dando aire y separando los labios, y a su vez mirándolo a los ojos. Volviendo a besarlo con amor y delicadeza de menos a más… Entre, ¿por qué no?, alguna sonrisa pillina y sutil.
Con sutileza, a poquitos y algún mordisquito, pero demostrando en ocasiones una pasión descomunal. Amor y como si fueran tus labios y tu lengua, los que acarician sus labios y lengua. Como si no fuera un contacto en sí, sino más bien caricias que tú le das a él, no él a ti.
Una mujer puede besar de tal modo, que un hombre podría no poder volver a olvidar dicho beso o besos en toda su vida.
Unos besos de sueño y sensación; de recuerdo y pequeñas mordidas; de lágrimas y sonrisas; besos que son más que besos.
Son contactos de alma a alma. Besos de una preciosa y única mujer.
¡Un hombre sueña con ellos siempre!
¡Y AUNQUE NO LO CREAS, UN HOMBRE LLORA POR TI!
Tus besos son inolvidables…
Autoría, Edición y publicación: Albert Espinola