Mírala, tan dulce, su corazón está tan lleno de bondad que te hace pensar que cualquier movimiento en falso la rompe, pero no. Hace mucho tiempo dejó de ser la que siempre cedía y no decía nada. Sin embargo, con el paso de los años y uno que otro rasguño en el alma, se volvió calculadora. No hay más, a veces, tienes que hacerte la tonta para que el otro piense que te está haciendo tonta. Sin embargo, ella no es ingenua, le gusta fingir para ver hasta dónde llegas con tus mentiras.
Esa mujer está tan asqueada de tanta hipocresía que se ha vuelto una experta en detectarla y ya no piensa bajar la guardia en nada. Le duele, pero ya no se tira a llorar como antes. Ya aprendió a mover las piezas a su favor y a expulsar a quienes no valen la pena. Y es que hay amores, amistades y hasta familiares que lo único que quieren es verla hundida, pero no lo van a conseguir. Ni toda su mala vibra es capaz de derribarla.
Ella no es ingenua, rompiste su confianza y ahora no va a dejar que la sacudas como si nada. Mientras tú te esfuerzas en llenar su cabeza de mentiras, ella está planeando la mejor de las lecciones. Quizás, sea un poco fría cuando se trata de poner en su sitio a quien le hace daño, pero es la única manera en la que ha logrado que la respeten. Eso es lo que quiere, que cuando la vean crean que es indefensa, pero al mostrar su lado salvaje es capaz de dejarte sin aliento.
Se ha vuelto uno de sus pasatiempos favoritos, ver hasta dónde llegas con tus mentiras. Para ella no hay puntos medios, mientes o no mientes. Está cansada de ser la buena, la que perdona, la comprensiva. Ya no, no hay justificación para engañar, porque si lo permite una vez se vuelve costumbre. Hay mucha gente allá afuera que domina el arte de las falsedades a la perfección y esas son las personas de las que huye.
Un mentiroso es capaz de lo que sea con tal de salirse con la suya, ella lo sabe. Por ello, ya no tolera ni a esas que llaman mentiras piadosas. Mucho menos está dispuesta a escuchar justificaciones absurdas en las que la terminan poniendo como la culpable. Ella ya aprendió a no hacerse responsable de actos que no le corresponden y no va a permitir que nadie manipule sus emociones de esa manera.
Por fortuna, el tiempo siempre está de su lado, no importa lo mucho que te esfuerces en mantener la mentira, porque la fecha de caducidad llega y al final todo termina saliendo a la luz. Lo siento mucho por ti, porque dejó de ser la ciega, la que se cree el castillo de princesas antes de pisarlo.
Un día la destruyeron tanto, que prometió no volver a verse en esa situación. Fue muy difícil sobreponerse, pero lo logró. Tal vez algunos tengan el cinismo de decir que está dolida, está bien, que piensen lo que quieran. Ella ya entendió que no está para cumplir las expectativas de nadie y que es mil veces mejor que la llamen egoísta, que quedarse en un sitio en donde no la valoran ni un poco.
Y sí, muchas veces le toca empezar de cero, porque descubre que las personas que decían quererla, en realidad, nunca lo hicieron. Sin embargo, se queda con sus heridas y trabaja duro en sanarlas, pero no le vuelven a hacer la misma mala jugada dos veces. La pueden marchitar una y otra vez, pero al final, la rosa volverá a prender.
Si no sabes lo que es la lealtad, mejor sigue tu camino, porque difícilmente va a permitir que entres a su vida. Ya no quiere atormentarse con corazones tan vacíos. Está aquí para amar y confiar, no para fingir que todo está bien, cuando no es así. Ella es la que tiene el control, no se va a castigar con personas que valen tan poco.
Ella no es tonta, está harta de tanta toxicidad, que lleguen y le mientan en la cara como si fuera algo normal. Si alguien no está dispuesto a lidiar con la verdad, entonces no puede hacer mucho por esa persona.
Es así, las mentiras son capaces de destruir una vida entera, se llevan como la marea un montón de sueños, relaciones, dignidad y autoestima. No se olvidan, basta con que recuerdes una herida para que regresen a tu mente con la misma fuerza de siempre. Ella lo sabe, quiere ver hasta dónde eres capaz de llegar, para después decirte adiós.
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