El dolor que produjiste en mí por el engaño, la indiferencia y toda la basura que me diste en vez de amor real se convirtieron en mí en una mezcla tóxica de odio y amor. Me mantuve a tu lado porque te amaba como nadie, porque tenía la esperanza de que en algún momento me amaras igual. Me quedaba quieta, sumisa, esperanzada, rogándote que me miraras. Tu indiferencia y desdén opacó mis sentimientos y el amor se fue convirtiendo en odio.
Pero también sentía indignación hacia mí, me odiaba por no tener la fuerza para alejarme, me sentía pequeña y vacía, totalmente imposibilitada para tomar mis propias decisiones. Me dabas esperanzas que seguía creyendo y yo seguía esperando por ti, estaba siempre a la espera de que decidieras amarme, y así poco a poco, el rencor también fue creciendo. Te odiaba y te amaba a partes iguales, te seguía y te demostraba que a mi lado no tenías más nada que buscar afuera, pero tú no lo entendías y no te importaba.
Sin embargo, allí seguía yo insistiendo, me desagradaba la persona en la que me estaba convirtiendo, implorando tu atención, te odiaba y al mismo tiempo tenía la necesidad de que me amaras. Quería sentir que tenías deseo y pasión por mí. Nunca lo logré en verdad, pensé que nunca saldría de ese hoyo oscuro de mi vida. No fue posible hasta que me di cuenta que no podía seguir culpándote, que no podía poner en ti el peso de lo mal que la estaba pasando.
Yo había decidido quedarme, yo había decidido seguir insistiendo en amarte y hacer que me amaras aunque no quisieras. Yo seguí haciéndome daño al quedarme, te odié, pero nada fue tu culpa, tú tenías esa personalidad libertina y desafiante y debí alejarme al darme cuenta de ello, pero no lo hice, me quedé recibiendo ráfagas de tu indiferencia. Así que cuando me di cuenta que todo esto lo había provocado yo misma, te perdoné, me perdoné a mí misma y el odio que te tenía se desvaneció.
Y no fue hasta que dejé de odiarte por las cosas que no hacías por mí que abrí los ojos y entendí que hacía mucho que había dejado de amarte. Hacía mucho que lo que yo sentía por ti había pasado de ser amor a ser un apego emocional enfermizo. Ya no te amo, ya no tengo sentimientos de amor guardados en mi corazón para ti, solo puedo desearte bien y que algún día lleguen a ti lecciones que te enseñen a valorar a las personas.
Dejé de amarte y empecé a amarme más a mí misma, a valorarme. Cometí un error gravísimo, dejé que tú juzgaras cuánto valía yo, dejé que tú decidieras por mí qué era lo que merecía. Ya no lo haré más. Acabar con el odio que sentía por ti me mostró el error que cometía.
Texto original: albertespinola.com © Todos los derechos reservados.