¿Qué sientes cuando hay tranquilidad en tu vida? Si eres de las personas que necesita adrenalina para estar bien, quizás es tiempo de ir a tus adentros. No es sano que te acostumbres a vivir en medio del caos y el drama. Tú no te has dado cuenta, porque no eres consciente, pero es posible que estés repitiendo escenas de tu niñez, te enseñaron una idea equivocada de lo que es el amor. Lo siento mucho por eso, pero ahora tienes la posibilidad de cambiar tu manera de ver la vida y de relacionarte. Las heridas emocionales de la infancia no se marchan como si nada, perduran cuando eres adulto y es momento de soltarlas.
Los traumas se quedan impregnados en tu corazón y en los secretos de tu memoria, pero basta que te relaciones con alguien carente para que se hagan presentes. Son huellas que te marcaron, no fuiste un niño amado de la manera correcta y eso está rompiendo con tu adultez. ¿Cómo fue tu infancia? Quizás, fuiste testigo de escenas que no debías presenciar, recibiste malos tratos o te descuidaron a nivel emocional. En tu inmadurez le diste significado como pudiste a dichas situaciones, pero eso aumentó tus inseguridades. Nadie te explicó nada.
Querías ser amado
Cuando eres pequeño tu único anhelo es que tus padres te amen, que te protejan, pero si no lo hacen tus sentimientos se ven afectados y ahí es cuando terminas escondiendo tus emociones, porque no quieres mostrarle al mundo tu verdadero yo, te aterra que te lastimen y haces todo para tener la aprobación de los demás, no quieres que te rechacen. Estas son las heridas que no has sanado:
La desconfianza
Si creciste en un ambiente en el que tus padres normalizaron los golpes para castigarte por tus travesuras o cualquier otro pretexto, es muy común que te sientas inseguro a la hora de relacionarte con los demás. La gente te puede describir como una persona tímida, pero en realidad pones una enorme barrera porque no confías en nadie.
Te abandonaron
En este punto no siempre se trata de que mamá o papá, no estuvieron presentes, puede que físicamente hayan estado, pero no emocionalmente. Es posible que se te dificulte crear lazos a largo plazo, porque regularmente tú eres quien sabotea el vínculo para evitar que te abandonen. De igual manera, te cuesta el doble iniciar una conversación con alguien que apenas y conoces. O bien, puede ser el otro lado de la moneda, tanta ausencia en tu vida, ahora te vuelve dependiente, te aterra la soledad y te cuesta soltar cuando las cosas se acaban.
Rompieron el compromiso
Esta es la razón por la que no debes jugar con las emociones de un niño. Si tus padres fueron personas que decían algo y no lo cumplían, te enseñaron que el compromiso no existe. Además, puede que hayas tenido un lazo y repentinamente te alejaron de esa persona, eso activa un mecanismo de defensa en el que evitas encariñarte para no tener que decir adiós después.
No quieres que te rechacen
Al niño le cuesta ver más allá, si sus padres no están presentes, para él es sinónimo de que no es lo suficientemente importante y la falta de cuidado le dice que no merece ser amado. Eso hace que el resto de su vida se sienta rechazado, le da miedo que no lo acepten en los grupos escolares, se siente culpable por todo y puede caer en relaciones en las que lo tratan mal, porque cree que eso es lo que se merece. No se da su verdadero valor, siente que no pertenece.
Huyes de los demás
Si tuviste una infancia carente y complicada, tenderás a desarrollar conductas asociales, es decir, no te sientes cómodo con la presencia de los demás y te cuesta mucho mostrar tu lado vulnerable. Es como si en tu mente todo el tiempo estuvieras luchando contra una guerra interna de la que no hablas. Ves a los otros como amenaza y te asusta decirlo.
La dependencia duele
También están los padres que pintan un cuento fabuloso para los niños, los llenan de regalos, hacen todo por ellos, los sobreprotegen y no permiten que desarrollen todas sus habilidades por completo. Esto provoca que te conviertas en un adulto frustrado, por más que hagas cosas sientes que no alcanzas la satisfacción. Fragmentaron tu autonomía y tu independencia, por eso te cuesta adaptarte al mundo.
Fue injusto
La herida de la injusticia aparece cuando el niño crece al lado de unos padres que son incapaces de expresar sus emociones y aprovechan cualquier cosa para exteriorizar su lado autoritario. Les exigen a sus hijos el doble de lo que pueden dar y eso hace que su ansiedad se desborde por los cielos. Los niños al ver que no cumplen con las expectativas de los padres, se sienten inútiles. Por ende, serán más inseguros en la escuela o en el trabajo.
Y bien, ¿Te sientes identificado con alguna herida de esta lista? Esto no es para juzgar a nadie, cada persona a tu alrededor está luchando con batallas de las que no habla. Sin embargo, te mereces la oportunidad de sanar, de no sentirte poca cosa y de volver a empezar. Tus padres hicieron lo mejor que pudieron, seguramente, también venían arrastrando traumas. Ahora te toca a ti cambiar tu destino y tus relaciones. Ten en cuenta que el dolor no se va a ir de la noche a la mañana, necesitas terapia, confía. Hoy, es buen día para intentarlo.
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