Sonreír y fingir que no pasa nada, hacerle creer el mundo que estás bien, que nada pasa contigo, que estás con la cabeza en alto y que nada te quiebra por dentro, esa es la peor sensación que puedes experimentar. Ver cómo te matan por dentro, cómo destruyen todo lo que creías y soñabas y tener que fingir que no te importa, que no te afecta.
Y la verdad es que sientes que mueres, que el mundo como lo conoces se acaba, se daña, se desintegra y ya no te queda nada. Solo la necesidad de sonreír para que el mundo crea que todo está bien, que todo está en orden.
Todos vamos por la vida intentando conseguir lo que nos haga sentir mejor, lo que nos dé una mejor calidad de vida, y eso incluye el estar rodeados de personas que te valoren. Que aprecien quién eres, tus esfuerzos y tu lealtad. Sin embargo, no siempre tenemos la suerte de encontrarnos con las personas más agradables, de hecho, topamos muchas veces con individuos tan tóxicos e inteligentes que nos engañan para luego destruirnos.
Le pasa a hasta la persona más fuerte y segura de sí misma. Nadie está exento de tener en su vida a quienes solo estén presentes por interés, que finjan muy bien su afecto y una vez que han obtenido lo que quieren, se alejan y rompen tu corazón sin el menor remordimiento. Y cuando ya has pasado por tantos engaños, vivirlo una vez más te rompe en nuevos niveles de profundidad, pero a diferencia de las veces que sucedió en el pasado, ahora no quieres mostrarte vulnerable y débil.
Por lo que te tragas el dolor, por dentro te resquebrajas como una cáscara de huevo, pero por fuera finges que no te importa.
Finges que puedes con esa batalla, que no te duele, que eres lo suficientemente fuerte para pasar de esa persona como si nada. Pero no es cierto. Por dentro estás destruida, vuelta nada, todas tus ilusiones están acabadas. Creías tener todas las barreras para protegerte, pero fallaron. Más allá del dolor que te genera alguien, también te sientes terrible por permitirte haber llegado a eso.
Sin embargo, debes entender que a todos les pasa, nadie tiene la fortuna de jamás toparse con personas mal intencionadas, narcisistas, egocéntricas, agresivas o falsas. Aunque sientes que mueres por dentro, siempre recuerda que no todas las personas son iguales, que no todas van a ti para decepcionarte. Duele, duele muchísimo que te decepcionen, y sé que duele aún más fingir que no pasa nada, que no te importa lo que te hayan hecho y que eres más fuerte de lo que los demás creen.
Es cuando empiezas a cargar un peso sobre ti que nadie puede ver, que nadie comprende. Te vuelves más dura, y la coraza que te protegía se renueva, se hace más fuerte, y muchas veces tu corazón también termina endureciéndose. No te culpo por ello, pero ya no finjas. No tienes porqué fingir que las cosas no te duelen y te matan por dentro. Reprimir ese dolor no es una forma de protegerte, es una forma en la que tú misma te haces daño.
Y lo sé porque lo he experimentado, fingir que no te importa es más doloroso que lo que sea que te mata por dentro.
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