A veces, te dan ganas de llorar, finges no saber la razón, pero en el fondo sabes que te duele y mucho. ¿Cómo le haces para sacarlo de tu corazón? Se ha vuelto el visitante frecuente de tus pensamientos y al caer la noche le encanta aparecerse de la nada al inicio de tus sueños. Ahí es cuando te das cuenta de que no eres tan fuerte, que hay batallas que te destrozan, pero sigues sonriendo como si no pasara nada. La tristeza de amar a un hombre que nunca te amará de verdad, te está amargando cada instante.
De pronto, la ansiedad se volvió tu mejor compañía, le encanta recordarte que él no se ha tomado el tiempo de abrir tus mensajes o peor, ya los vio y no le importó. Te duele tanto que es difícil aguantarte, quisieras no sentir y poder entregarle tu corazón a alguien que no lo pisotee a su antojo. Ojalá fuera tan fácil, pero el amor es así, bien necio, impredecible y muchas veces desastroso. Él se ha llevado lo más profundo de ti, le contaste hasta el último de tus secretos y no lo valoró.
Te pusiste un velo en los ojos y eso te permitió ignorar las señales que empezaron a formar grietas en tu alma desde el primer momento. Te daba atención un día y al otro desaparecía, pero lo justificaste y ese fue tu peor error. Porque cuando pusiste tu vulnerabilidad en sus manos y le abriste las puertas de tu amor, hizo lo mismo. Te quiso un día y al otro no. Te dio ratos en los que te elevó mucho más allá del cielo y después te soltó sin siquiera mirar el suelo. Quedaste ahí, hecha pedazos, con la autoestima vacía y la dignidad gritándote que ya no podía más.
Esa tristeza es tan grande que no se la deseas ni a tu peor enemigo. Amar a un hombre que nunca te amará es tan duro que te terminas tragando un montón de emociones, hasta que cuando menos te das cuenta ya tienes un nudo en la garganta. En realidad, nadie sabe todo lo que callaste, las veces que bajaste la mirada y las otras en las que dijiste que algo te había irritado los ojos. Nadie sabe que lloraste en tu habitación a puerta cerrada, que no quisiste bañarte ni maquillarte. Nadie sabe que aborreces el perfume que usaba y que te enojas contigo misma cuando sus recuerdos vuelven a tu mente sin previo aviso.
Te enamoraste, dejaste que tu cuerpo se acostumbrara a lo tibio de sus caricias y que sus abrazos contados se convirtieran en el alivio que necesitabas. Sin darte cuenta te conformaste con tan poco que modificaste tu idea del amor. Ojalá lo hubieras podido evitar, pero no, se metió hasta en sitios de tu alma que tú no conocías. Le diste lo que quería, manejarte como aquel juguete que tuvo de pequeño, el que no dejaba que alguien tocara, pero tampoco él le hacía caso. Simplemente, le gustaba tenerlo en aquel rincón, para sus ratos de aburrimiento. Lo volteaba a ver y lo votaba de nuevo.
Es verdad, la tristeza de amar y que no te correspondan es cruel. Sin embargo, no hay nada más salvaje para el corazón que perderte a ti misma. Te rendiste ante un hombre que no valía ni tu tiempo, ni tu energía, ni el esfuerzo que ponías para que te viera bonita. Eso es lo que te fragmenta, porque te recuerdas ahí, triste y sin esperanza. Lo que un día soñaste como final feliz se convirtió en tu peor pesadilla.
¿Sabes qué detestas más? Que se hace presente, en alguna frase, esa canción, un poema, algún platillo, aquel parque, es más, mientras lees estas líneas no has dejado de pensar en él. Tiene la manía de impregnarse como la humedad y eso te da coraje, porque tu parte consciente sabe que no es la gran cosa. Pero lo idealizaste tanto que ahora es imposible no volver a los pocos recuerdos en los que te hizo reír sin parar. Tu mente te engaña, te dice que no te volverás a sentir así con alguien más, no le creas.
Ya estás cansada, de intentar e intentar, no quieres seguir sintiéndote inferior a su lado. El problema no eres tú, nunca dudes de que tu esencia es valiosa ni quieras cambiar por alguien tan vacío. Sé que no es fácil y que darías lo que fuera por recibir ese mensaje a las 3 de la mañana, diciendo que te extraña. No sucederá, tienes que aceptarlo y te va a doler un montón. También te vas a enojar, pero es la única manera en la que podrás por fin arrancarlo de tu corazón. No insistas, esa página ya es del pasado, deja que el destino te muestre el nuevo capítulo de tu historia.
La tristeza de amar a un hombre que no te quiere, no te puede hundir. No lo permitas, tú puedes con eso y más. Eres una mujer valiente, inteligente, hermosa, te mereces a un hombre de verdad, no de esos que vienen a medias. Todo o nada, qué más da si te llaman egoísta o exigente. Si defender tu sentir y cuidar a tu corazón, te vuelve la mala del cuento. Vamos, que puedes ser la villana más despiadada.
Él conoce la parte de ti buena, la que bajaba la mirada, pero ya hizo trampa al mover las piezas del juego y no sabe de lo que eres capaz cuando te sientes decepcionada. La tormenta cesó y la loca que llevas dentro ya floreció. ¡Qué se vaya!
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