Ellas son las que hoy se despertaron con una angustia más en su lista. A las que les cuesta salir de la cama, pero algo más fuerte las impulsa. Son las que ven cómo lo hacen, pero cubren las necesidades del hogar. Son a las que llaman malas madres, las que muchas veces se quedan con unos cuantos pesos en la bolsa, pero siguen manteniendo la sonrisa, aunque por dentro estén gritando desesperadamente. Ellas trabajan tanto que crían hijos libres y triunfadores.
Es así, pocas tienen el valor de hablar de ese lado de la maternidad. Porque la gente se acostumbró a ver lo bonito. Se queda con la imagen de una madre sonriente que envuelve a sus hijos en sus brazos, mientras le da un beso en la frente. Qué dulce, pero la realidad no es tan linda como la pintan. Hay días en las que las malas madres no encuentran salida, quisieran dividirse en mil partes, pero no. Ahí están, más cansadas que antes, pero sin la intención de abandonar el barco.
Ellas son las madres que merecen toda la admiración del mundo, porque han aprendido a tragarse las críticas y los comentarios que nunca pidieron. Ellas luchan para hacerle ver al mundo que siguen siendo mujeres valientes, trabajadoras, divertidas, mujeres que sueñan un montón y que también hay veces en las que no tienen ganas de hacer nada. Y no, no es por halagarlas, la ciencia ya lo comprobó y qué orgullo.
Los expertos dicen que una madre trabajadora deja grandes huellas en sus hijos, no negativas. Les están dando un gran ejemplo, la libertad de ser ellos mismos y luchar por lo que quieren. A los hijos de estas madres que tanto juzgan les espera un futuro grandioso. Porque están siendo testigos de lo multifacéticas que pueden llegar a ser las mujeres. Son capaces de mantener un hogar y cumplir con su jornada laboral. Imagínate en el caso de las madres solteras, ¡benditas sea la gallardía de la mujer!
Esas malas madres están enseñando a sus hijos que ser productivo te ayuda a conseguir lo que quieras en la vida. Y sí, no es fácil, adoptar ese rol, no por lo que diga la gente, eso con el paso del tiempo se resbala. Sin embargo, lo difícil es salir todos los días de casa y despedirte de tus pequeños. Son muchas veces las que ellas esconden sus lágrimas, pero quisieran quedarse más tiempo al lado de sus hijos.
Es duro, porque mientras están en el trabajo echan de menos a sus hijos, pero al mismo tiempo se recuerdan que es algo para su beneficio. Es así, nadie dijo que la vida es color de rosa, hay que romperse el alma todos los días para tener una buena calidad de vida. Ojalá que el amor bastara, pero no. Las cosas allá afuera son costosas y un niño que no está bien alimentado, bañado y cuidado, le costará el doble salir adelante.
Las malas madres crían hijos libres y triunfadores, no sólo porque pueden conseguir un ingreso más alto. También porque no se dejan de lado. Recuerda lo que dicen, si una madre está bien, sus hijos estarán mucho mejor. Salir a buscar el pan de cada día también contribuye a tu salud mental, física y emocional. Nunca te rindas ni dejes de lado tus objetivos.
La culpa es muy engañosa, muchas veces te hace querer tirar la toalla, porque sientes que estás dañando a tus hijos. No te sientas así, lo estás haciendo bien, aprovecha cada instante a su lado. Ellos te lo van a agradecer el día de mañana. Si tienes un día para pasar con ellos, deja el móvil, vuelve a tu niña interior, disfruta, esos son los recuerdos con los que se van a quedar.
Sin embargo, un día crecerán, ya más maduros, más libres y más conscientes. Ahí van a volver atrás y te van a volver a ver a ti, tan trabajadora siempre. Entonces serás una de ellas, de esas madres que nunca se rindieron y van a entender que todo lo que son es gracias a ti.
Gracias a todas las malas madres trabajadoras.