Lo que callas tu cuerpo tarde o temprano lo grita. Hay veces en las que decides ir guardando lo que te enoja, lo que te lastima, lo que te frustra. Entonces, se van formando nudos en tu garganta y esa sensación de pesadez en el pecho. Te desespera no poder defenderte, quisieras ponerle un alto a las personas que se sienten con el derecho de lastimarte cuando se les antoja. Tal vez no lo digas, te has encargado de demostrarle al mundo que todo está bien contigo, pero por dentro ya no puedes más. Este listado de señales es la prueba de que tu cuerpo manifiesta que tienes problemas emocionales.
Aunque tú mismo intentes hacer como que no pasa nada, al cerebro no lo engañas. De pronto, las molestias físicas se hacen presentes y no entiendes la razón. Te preguntas, ¿Por qué? Si comes bien, duermes bien, tienes actividades recreativas, sales con tus amigos, tu pareja te apoya. ¿Qué está pasando? El hecho es que las emociones son muy listas cuando se trata de ponerse un disfraz, tú lo sabes, porque ya te volviste un experto. Sin embargo, las cosas no son como las pintas, cada día parece una lucha interminable, sientes que te agotas y eso duele, pero prefieres quedarte en el silencio.
Escucha a tu cuerpo
Si por un momento le prestas atención a cada signo corporal, vas a notar, que esa molestia esconde un tema del que te has resistido a hablar. Te estás enfermando porque no has soltado el pasado del todo. Una y otra vez, vuelves a revivir todas esas escenas que te carcomieron de dolor. Ten en cuenta que el cerebro no entiende tiempos, si te enfocas en algo, para él es como si estuviera pasando en el momento.
Te estás enfermando porque te has empeñado en la venganza, cuando en realidad lo único que debes hacer es soltar, perdonar a quien te rompió y a ti, por confiar en esa persona. ¿Cuándo fue la última vez que pusiste tus sueños por delante? Estás ignorando lo que en verdad quieres, lo que te llena de vida. Ya te acostumbraste a callar, a reprimir. ¿Hasta cuándo? Te enfermas porque te quedas en sitios y con personas que en realidad no te hacen feliz. Estás cargando con la toxicidad de otra gente. Estos síntomas lo gritan:
Pesadez en los hombros
Es tiempo de que tomes conciencia, ¿Desde cuándo empezó esa rigidez en los hombros?, ¿Qué experimentaste antes de eso? Hay sucesos que en el momento parecen no provocarte nada, pero conforme avanzas los síntomas se hacen evidentes. Los hombros agotados son sinónimo de que ya no puedes con esa carga. Sientes que las cosas se te están yendo de las manos, pero te aterra que te vean como alguien irresponsable. Para ti el compromiso es pieza clave en todo y por eso te exiges, aunque en realidad lo que quieres es salir huyendo. Esa presión te está enfermando, haz lo que en verdad te va a liberar.
Dolor en la espalda superior
Sin duda, la espalda superior y los problemas emocionales tienen un lazo muy cercano, pues cuando algo no anda bien en tu vida, esta parte lo resiente rápidamente. En esa zona es donde se acumulan las tensiones del día a día, pero, te pregunto, ¿Qué te hace sentir abandonado? Es posible que sigas adelante, pero en el fondo lo único que quieres es un poco de comprensión y apoyo. Te cuesta muchísimo pedir ayuda y aceptarla, pero sabes que necesitas trabajar en tu validación. No tengas temor a expresar lo que deseas.
Problemas en la espalda baja
La renta, el trabajo, las preocupaciones, las deudas. Sin duda, el día a día, puede volverse demasiado caótico. Es normal que haya momentos en los que te sientas demasiado agotado y que lo único que quieras es una pausa eterna. A lo que no deberías acostumbrarte es a tener problemas en la espalda baja todo el tiempo. Si ya acudiste con un médico, es probable que se trate de la presión económica. Recuerda que nada material vale más que tu salud. ¿Crees que estás gastando mucho? Quizás es tiempo de organizarte y dejar de comprar lo que no necesitas.
Dolor de cabeza
Este síntoma se ha normalizado tanto que ya prácticamente sabes qué tomar cuando tienes dolor de cabeza. Sin embargo, ¿Te has puesto a pensar qué hay detrás? Tus emociones intentan decirte que se trata de algo más que estrés, pero no escuchas. ¿Crees que no haces las cosas bien? Por más que te esfuerzas y te esfuerzas, parece que no es suficiente. Estás tan cansado de cumplir con las expectativas de los demás, qué te has olvidado de lo que realmente quieres. ¿Qué compromiso te preocupa? En lugar de tomar un montón de pastillas, ve hasta el fondo de tu voz interior, escúchate.
Tensión en el cuello
No es casualidad que de la nada amanezcas con una rigidez extraña en el cuello, sobre todo, si dormiste en una postura adecuada. Esta parte del cuerpo está vinculada con no poder dejar ir. ¿Qué es lo que te tiene tan agobiado? Seguramente, hay un problema que no aceptas del todo, finges estar bien, pero por dentro el rencor te está hundiendo. ¿Por qué no puedes perdonar a esa persona? Ya sucedió, no puedes hacer más para cambiar las cosas. Ten en cuenta que perdonar no es sinónimo de que vuelva a tu vida. Suelta ese resentimiento, porque a ti es al que daña, la otra persona sigue como si nada.
Manos agotadas
A veces, dices que es el frío, luego el calor, ¿Qué más? No es sano que encuentres justificación para ignorar lo que tus manos te quieren decir. Esta parte del cuerpo tiene que ver con la manera en la que te relacionas con los demás. Si sientes pesadez, dolor o cualquier otra molestia, es posible que no te sientas cómodo con los lazos que has formado. ¿Cómo está tu relación con amigos, familia, pareja? Quizás, te estás obligando a convivir con personas que en realidad no te benefician en nada, al contrario, cada vez que las frecuentas te sientes con los ánimos por el suelo.
Molestia en las rodillas
¿A quién no le duelen las rodillas? Es muy común escuchar que ya llegaste a cierta edad y que los problemas en esta zona se harán presentes. Sin embargo, nadie se detiene a pensar lo que puede significar. Las rodillas y el ego son más amigos de lo que imaginas. Es decir, si estás presentando molestias, probablemente estás por los cielos en cuanto a los demás. Te crees superior y eso se ha vuelto muy pesado, porque te exiges el doble que el resto, sólo para mantener tu reputación. Es posible también que tu orgullo no te deje ver más allá, te estás prohibiendo ciertas relaciones porque no te atreves a pedir perdón.
En fin, como ves, el cuerpo es muy sabio, lo único que debes hacer es tomarte el tiempo de escucharlo para poder hacer los cambios pertinentes. Las emociones no son un juego, si las vas acumulando vas a terminar con un montón de enfermedades que ningún medicamento podrá sanar.
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