Te levantas por la mañana, vas al baño y al mirarte al espejo no terminas de agradarte. Piensas en arreglarte lo antes posible. Peinarte, acariciarte las ojeras y volverte a colocar ese pelo alborotado de la noche y la cama. Con el camisón de dormir puesto a medias, mientras terminas de adaptarlo bien al cuerpo, vas a la cocina para preparar el café, y piensas en si hoy será un día un poco más ameno y bonito para ti, que ayer. Pendiente de los que amas, esperas.
De repente ves tus uñas desarregladas y añades una tarea más a tu lista de vanidad diaria. Siempre es un sinfín. Deseas estar bonita y a la altura. Pero siempre es un largo camino.
Sientes que si no estás arreglada te ves fea e imperfecta. Arruinada y dejada. Sientes que los demás no te verán con buenos ojos y día a día te mentalizas de que debes, a toda costa, estar lista y preciosa para todo el mundo.
Maquillada, bien peinada, depilada y con la piel hidratada, bien lavada y con aroma. Pestañas listas y cejas bien perfiladas y con las uñas siempre bien pintadas. Sin espacios vacíos de color y bien limadas. Perfectas.
Cada día muchas cosas debes atender en la familia y al mismo tiempo estar presente y visible. Perfecta y bonita.
Mientras preparas el desayuno y piensas en las comidas del día, escuchas las dudas de tus hijos y las palabras repetidas de tu esposo; tratas de calmar y convencer de que todo estará bien y al mismo tiempo vistes al más pequeño de la casa mientras escuchas sus lágrimas diarias. Cada día es un reto y cansado. Pero tú sigues. No te quejas y sonríes. No te rindes y sigues con fuerza y energía.
Los días son repetidos y de pocas sorpresas, pero tú sientes que debes estar de gala para todos. Como si cada día fuera una show en el cual hubieran espectadores observando. Mirando si estás perfecta y bella; y viendo y mirando que tu forma de atender a la familia es la correcta.
No es fácil ser mujer. No, no es fácil ser una buena Mujer. Pero tú lo haces todos los días con tanto amor y espíritu que parece ser fácil; sigues y lo llevas sin quejas ni lamentos. Lo haces como si nada pasara. Pero quieras o no, esto te quema y te cansa, y sientes que necesitas espacios de soledad para ti. Gustos y caprichos llamados tiempo. Tiempo para ti y tu desprendimiento de todo. Sin cánones de belleza ni obligaciones diarias. Tiempo para sentirte tranquila y serena. Para sonreír sin necesidad de convencer o tranquilizar a nadie. Tiempo para sentirte mujer como tú quieras. Sin necesidad ni la obligación de estar arreglada y perfecta como los demás quieren verte. Tiempo para ser la mujer que también eres. Esa que tiene corazón y alma y que necesita ser escuchada y amada. Cuidada y no juzgada por las apariencias. Una mujer normal y corriente que no necesita hacer nada. Que sólo vive y disfruta del respirar y del mero hecho de ser eso: ¡Mujer!
Descansa y date tu tiempo. Lo mereces. Y tranquila, si lloras no es porque eres débil, sino que es porque llevas tiempo siendo muy fuerte. Regalando tu tiempo con amor a los tuyos y olvidándote de ti sin darte cuenta.
Gracias Mujer.
Autoría, Edición y publicación: Albert Espinola Todas las imágenes de We Heart It