Si me ves con la mirada perdida, que me tiemblan las piernas o las manos, no significa que esté perdiendo la cordura, es mi ansiedad que me ataca. Pienso una y otra vez en las posibilidades, en las consecuencias de las circunstancias y no lo puedo evitar. Tengo miedo, cada paso que doy me aterroriza, y eso se refleja en mi exterior, en mi comportamiento, en mis ojos asustados y mis palabras temerosas.
La ansiedad es un trastorno que se agrava con el estrés y las situaciones de tensión. Mantiene a su víctima en constante estado de ansiedad y tensión por lo que pueda suceder. Los nervios atacan y lo que más se experimenta la mayor parte del tiempo es miedo.
Puede decirse que la ansiedad que desarrollamos algunos es un mecanismo de defensa del cerebro frente a situaciones de amenaza. Cuando empiezan los primeros brotes, los síntomas no son tan intensos, pero si se vive en ese constante estado de tensión como un trabajo muy demandante, una pareja tóxica, problemas económicos de los que no se puede salir o problemas familiares, los síntomas se agravan. Los episodios de ansiedad extrema ocurren entonces con más frecuencia.
Esta situación puede conllevar a desarrollar otras condiciones físicas y psicológicas. La ansiedad causa dolores de cabeza severos, jaquecas, y hasta problemas cardiovasculares como tensión alta, debido a los golpes emocionales constantes que provocan bombeos irregulares. La ansiedad no es una condición fantasma, es una enfermedad real que afecta a muchas personas en algún punto de sus vidas y muchas veces esas personas viven con ella.
Para poder mitigar los síntomas agresivos y desesperantes es vital el diagnóstico de un médico para recibir prescripción ansiolíticos que permitan reducir la intensidad de la ansiedad. Es un inicio para que una persona pueda aprender a controlar sus emociones, sus reacciones y su vida. Pero por favor no juzgues a nadie que pasa por esta dificultad, es algo que agota física y mentalmente; una persona con ansiedad no necesita de juicios apresurados, necesita de personas comprensivas que puedan ayudarles a salir de sus estados mentales ansiosos que corroen su alma.
No, los que padecemos de ansiedad no estamos al borde de la locura, simplemente vivimos con una condición real con síntomas reales que más allá de provocar un dolor físico, puede anular la mente de las personas imposibilitándole su vida habitual. Se nos dificulta hacer nuestras actividades normales porque llevamos una carga adicional que los demás no. Y es algo que no se puede evitar, que con solo decir que “ya no más” no es suficiente para que desaparezca.
Ya no digas que estoy loca, que soy débil, que no soy capaz de hacerle frente a mi “ansiedad”, si no lo has experimentado no tienes idea de lo duro que puede ser. Algunos lo superan rápido, antes que el daño sea más significativo, pero no todos tenemos esa fortuna, algunos vivimos en circunstancias tan estresantes que lidiar con la ansiedad es mucho más duro.
Por favor, entiéndelo, no estoy loca, es que vivo con una ansiedad que desearía no tener. Cada día es una lucha, a veces me siento victoriosa y siento que no me va a afectar, pero otros días me consume lo suficiente para tumbarme.
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