Un monstruo me acecha en la noche, me atormenta en el día. Un monstruo como los que temía de niña. Es una criatura detestable, aterrorizante y amenazadora, a veces me engaña transformándose en un recuerdo feliz, a veces amenaza con acabarme. Me hace daño y la mayoría de las veces no puedo evitarlo, me obstruye la garganta y no me deja gritar para pedir ayuda, daña mi sistema nervioso y me paraliza.
Es un monstruo que muchos conocen, con el que muchos luchan, se llama ansiedad. Un trastorno mental que juega con los sentimientos, los pensamientos, las emociones y la voluntad. Me mantengo en constante tensión, temo por el futuro, temo por las posibilidades, temo no hacer lo correcto, temo equivocarme. Y entre tanto temor, pierdo el control de mi vida. Vivo en una constante y desesperante preocupación.
La ansiedad me hace más atenta, pero eso no es algo muy bueno. Veo las cosas desde diferentes puntos de perspectiva, la realidad se amplia y se distorsiona. Todo parece peligroso, todo parece en mi contra. Ya dejé de comprender la diferencia entre lo sencillo y lo complicado, todo es confuso ahora.
La ansiedad es un monstruo real que nos domina, toma el control de nuestras vidas y en vez de hacer que la furia se convierta en energía para luchar, se transforma en miedo y debilidad.
¿De dónde viene la ansiedad?
Todos podemos sentir extrema preocupación en algún momento y no significa que padezcamos de un trastorno de ansiedad. Pero cuando las sensaciones empeoran, duran más de seis meses y estás en constante inquietud e irritabilidad, si tienes mucha dificultad para concentrarte, tienes problemas de sueño y sientes tensión muscular, entonces ya podría ser un caso de ansiedad. Esto es una enfermedad real que aunque no tienes heridas físicas aparentes, amenaza tu día a día, tu vida, tu rutina, tus sueños, tus relaciones.
Cuando se es un pequeño niño no hay espacio para las dudas y la preocupación, solo te preocupa ser feliz en el momento y el pensamiento sobre el futuro es limitado. Pero entonces crecemos, maduramos, nos enfrentamos a retos, tareas, obligaciones, responsabilidades y más. Llegan las dudas, las decepciones, las dificultades económicas, las dificultades emocionales, un corazón roto, una desilusión, la pérdida de un familiar, las batallas del mundo y más. Todos somos propensos a padecer de ansiedad, cuando la resistencia mental se quiebra, empiezan los síntomas.
Este trastorno se agrava con la presencia de estrés y puede ir evolucionando a lo largo de la vida dependiendo del trayecto de cada uno.
La ansiedad como casi todos los trastornos emocionales en la adultez ocurre con mayor frecuencia en las mujeres. Tal vez se deba al peso que muchas deben cargar por las aun dificultades que recaen sobre su género.
Tal vez creas que lo que siento es algo que yo permito que me controle. Pero llega un punto en que mi fuerza de voluntad queda expuesta y agonizante. Ese monstruo me domina y temo por mi vida, por mi salud mental. No quiero sentirme así, no quiero que mi vida sea este calvario para siempre, deseo superarlo, deseo sanar.
Cada día es una lucha, un intento fallido, un intento exitoso; un paso a la vez, reflexión, meditación, ejercicio. Trabajo duro, pero no me juzgues porque un monstruo me acecha. Ya no quiero defraudar, quiero liberarme de este monstruo que me tiene cautiva.
Texto original: albertespinola.com