No estoy triste la mayor parte del tiempo porque quiero, entre todas las cosas que me han sucedido ocurrió algo que afectó por completo mi vida. Me sentía tan fuerte y capaz de hacer lo que fuera, de superar cualquier dificultad, y aun así fue tanto el dolor que padecí que ahora me cuesta la vida entera levantarme cada día y respirar. Hasta siento que mis metas se volvieron algo que me daña en vez de alentarme.
Esas cosas que siento no las puedo controlar, no puedo pararme ante ella y decir “ya basta” para que desaparezca. Creí que podía, por Dios si es que era invencible, pero a veces la ignorancia nos hace una mala jugada, no tenemos idea de lo que padecemos en el fondo hasta que no estamos allí, hasta que no lo vivimos, hasta que no lo sentimos. Hace meses tengo un bicho en mí que odio, uno con el que tengo que pelear cada día para poder sonreír o siquiera caminar. Hay días que gano, pero casi siempre me gana a mí y la tristeza me carcome.
Ese bicho se llama depresión, no es un sentimiento, tampoco es un estado de ánimo. Es una enfermedad. Una que te afecta la vida misma.
La depresión es una condición difícil que en muchos casos necesita de intervención médica para poder reducir sus síntomas. La depresión se desarrolla por un constante estrés ocasionado por situaciones difíciles que conllevan a una baja autoestima o a la tristeza. Algunos factores son una pareja tóxica, una enfermedad grave, la enfermedad de alguien querido, la muerte de alguien muy especial, los fracasos repetitivos.
Cuando se está en constante presión por alguno de esos hechos o por algún otro que afecte emocionalmente, se tiende a desarrollar depresión. Es un estado deplorable de la mente humana que le dificulta incluso hacer sus tareas diarias porque les cuesta conseguir un sentido a la vida. La alegría de la vida se oscurece y solo queda la tristeza. Con esa condición no se juega, no se trata de cualquier cosa, jamás te atrevas a juzgar a una persona con ese trastorno.
Se trata de algo que produce dolencias físicas y son muchos los casos en que la depresión ha llevado a las personas a la muerte. Ya sea por fallas cardiacas o fallas de otros sistemas vitales, como también por el miedo a la vida y la decisión de quitársela. Si sabes de alguien en esta condición no la juzgues, más bien háblale, permite que se desahogue sin emitir juicios, sentirse escuchados es muy importante para una recuperación.
Aun si no tienes un buen consejo que dar o no sabes cómo actuar, al menos escuchando y estando presente ya haces muchísimo. No puedes saber realmente cómo se siente si no has estado en esa posición, así que mejor no disminuir su condición sin comprender al cien por ciento.
Por favor, tampoco me trates de loca por sentirme como me siento. Tal vez si estuviera loca simplemente fuera más feliz, y no me siento feliz. Bajo la depresión el sentimiento de alegría se anula, y por la falta de comprensión de otros, quienes lo padecemos tendemos a aislarnos para no ser una carga para otros ni para ganar malas palabras.
Lo que tengo se llama depresión y estoy luchando cada día para ganarle la guerra. No me juzgues.
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