¿En qué momento pasó? Dejaste de brillar como antes, ahora te sientes rota, desorientada, tímida. Tu esencia se fue apagando y no te diste cuenta. Quizás fueron todos esos comentarios que no pediste sobre tu apariencia. Tal vez son los años que no perdonan o las decepciones que te han dejado cada vez más insegura. Te estás hundiendo y no te atreves a pedir ayuda, porque algo te dice que no eres suficiente. Volteas a tu alrededor y te sientes señalada, poca cosa y eso te duele tanto que cada día más crece el nudo en la garganta. Estas son las señales que gritan que tienes cero amor propio y es momento de recuperarte.
¿Cuándo fue la última vez que te sentiste bien contigo misma? Verte frente al espejo se ha vuelto tu peor desafío, porque eres una experta en encontrarte un defecto tras otro. Ya no te quieres y por eso tienes la necesidad de hacerte menos cada vez que puedes. Te estás castigando porque no sabes canalizar tus emociones. Nadie te dijo que está bien llorar, enojarte o gritar. Tus emociones merecen salir, porque si vas guardando todo va a llegar un punto en el que explotes y te sientas el doble de lastimada de lo que te sientes ahora.
Te perdiste
De pronto, dejaste de disfrutar por miedo al qué dirán, tienes una desesperación por agradarle a las personas, que te has olvidado de amarte a ti, de ponerte a ti como prioridad y de no desgastarte en complacer a los demás. Por más que quieras es imposible que le des gusto a toda la gente, si lo intentas sólo vas a terminar cargando con un montón de culpas que no te dejarán avanzar. Es como entrar a un laberinto sin salida, un círculo vicioso en el que intentas cumplir con todo y cuando no lo logras te sientes terrible.
Has dejado de ser amable contigo, de tratarte con respeto, de humillarte. Porque tus miedos te están envolviendo de una manera desesperante y eso te está partiendo, aunque no lo digas. Tus esperanzas se han ido nublando, ya no te disfrutas, no te aplaudes, no reconoces tus avances. El amor propio se convirtió en un tema empolvado en la esquina de tu habitación, basta con que lo nombres para que te desmorones. Te duele reconocer que eres incapaz de autoaprobarte.
Te falta amor propio cuando…
Algo en ti te grita que necesitas atención, el afecto que te dan no es suficiente, siempre estás con esa sensación de que te falta algo y quieres que te reconozcan, de lo contrario no te sientes valorada. La gente suele sentirse un tanto presionada por tu afecto y eso a la vez aumenta tu inseguridad, porque no sabes si debes acercarte o no, tampoco quieres que te rechacen. Esa contradicción en tu vida se está volviendo un calvario de todos los días.
Sin embargo, hay días en los que la moneda se voltea, tu lado agresivo toma el control y lo único que quieres es callar bocas, dejarle claro a las personas que contigo nadie se mete. Entonces, le avisas a tu lado hipersensible y egocéntrico que hable por ti. Así que te pones a la defensiva, no te importa quién sea la persona que se atreviese en tu camino, lo que quieres es ponerla en su lugar y punto.
Estás tan agobiada que ni tú te entiendes, rechazas tu cuerpo y por eso todo el tiempo tienes una relación insana con la comida. Hay veces en las que devoras cualquier bocado que se te atreviese y otras en las que no quieres saber nada. Tu imagen te perturba y el ejercicio se ha vuelto tu enemigo y tu aliado.
La ansiedad no te deja dormir ni convivir, quieres tener las palabras exactas para que te acepten, un comportamiento que aprueben. Piensas demasiado y eso te está impidiendo disfrutar de verdad. Son tantas las emociones que sacuden tu mente y tu corazón, que ya no tienes idea de cómo expresar lo que sientes. Te cuesta muchísimo trabajo comunicarte.
¿Qué hay detrás de tu lado perfecto?
Cuando las cosas no salen tal y como las planea tu mente, te estresas mucho. Sientes que cualquier mínimo error hará que las personas te claven las miradas. Tu objetivo es verte impecable de pies a cabeza, ni una sola cosa fuera de su lugar. La falta de confianza y de autoestima te ha vuelto una mujer dependiente, si los demás te reconocen estás bien, pero si no, tu ánimo cae hasta el fondo.
Esa máscara no deja que muestres tu vulnerabilidad. Llevas tanto tiempo fingiendo que todo está bien, que hasta tú te has creído tus mentiras. Sin embargo, sabes que ya no puedes más, que te urge recuperar tu amor propio, pero no es fácil. No te presiones, no será de la noche a la mañana, pero lo importante es dar el primer paso. Ya te diste cuenta de que necesitas ayuda, no pasa nada si la pides. Hay mucha gente que te ama y te quiere ver bien, confía, tus cicatrices van a sanar.
Buscar ayuda profesional no te hace débil, al contrario, sólo los valientes se atreven a indagar en lo que les duele para mejorar. Esto ya es un gran avance, estás preocupada por ti, porque te extrañas. Echas de menos a esa versión tuya a la que no le importaba nada más que su felicidad. ¡Rescátala!
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