Ella tiene ese sabor a magia, a lo que intentas describir, pero no puedes, porque su sonrisa es tan cautivadora que te sana. Sin embargo, pocos saben lo que ha pasado, la ven tan bella que no se imaginan las guerras que se ha tenido que arrancar del alma para seguir adelante. Me parece demasiado bajo de tu parte que intentes volver, tuviste tu oportunidad y lo único que hiciste fue sacudir sus emociones con los corazones de papel que le prometiste. En serio, si la ves feliz, no vuelvas, está reparando las grietas de su corazón.
De esto se trata la vida, de caerte y tomar un respiro más grande, porque por más inteligente que seas hay un montón de lobos disfrazados de ovejas. Ciertamente, eres uno de ellos y la verdad es que no deberías sentir ni tantito orgullo. Lo que le hiciste no lo vas a pagar ni aunque el karma te pase la factura al doble. Porque ella te contó cada una de sus debilidades y las usaste para romperla sin piedad. La viste bajar la mirada, sentirse poca cosa, insegura y con ese miedo sacudiéndole el corazón. El mismo miedo que no la dejaba irse de tu lado.
Ahora, se está reconstruyendo y no tienes la menor idea de lo bonita que le está quedando su esencia. Por un tiempo, la llenaste de tu oscuridad, pero a pesar de que sintió que la vida se le iba, se volvió a levantar. Aprendió a soltar, entendió que por más amor que le pueda dar a alguien nunca es suficiente si el otro no está dispuesto a dar lo mismo.
Por lo tanto, si la ves feliz, es porque pasó noches enteras abrazando su almohada mientras pegaba su rostro en ella para que no la escucharan sollozar. Definitivamente, un día vio su reflejo y se encontró con una mujer demacrada, llena de ojeras y con un montón de espinas que no la dejaban avanzar, pero… se prometió no volver a verse igual.
Está reparando las grietas de su corazón…
Ahora sabe que darlo todo no es lo mejor. Sus lágrimas no las merece alguien que ni siquiera conoce su color favorito, el postre que le encanta o ese sitio en el mundo que necesita conocer antes de que llegue su final. Es evidente, que le está costando un montón, porque la ansiedad se ha vuelto su sombra y hay veces en las que quiere volver atrás. En las que anhela decirte que te extraña, pero se amarra los sentimientos y se mantiene firme. Porque prefiere eso, que conformarse con sólo un rato de tu compañía. Tú eres de esos amores que cuando te hartas quieres regresar, pero cuando la tienes no la valoras.
Es tu ego el que no te permite verla feliz, el que te hace creer que la extrañas, porque no toleras la idea de que alguien más ocupe el sitio que tú tenías. Qué triste, tuviste algo tan sagrado y lo mejor que pudiste hacer es verla como un juguete. Pareces un niño malcriado que no soporta verla sonreír, porque crees que te pertenece y que sólo contigo es feliz. Qué equivocado estás, porque contigo fue todo menos feliz. Quizás, necesitaba este jalón de orejas, para darse cuenta de que no está para rogarle a nadie.
¿Te digo qué es lo mejor? Ella no es como tú, no te reemplazó por nadie más, lo hizo por sí misma. Ciertamente, decidió volverse a enamorar de sus locuras, sus tristezas, sus miedos, sus fantasías. Se quedó con su amor propio y ese fue el que le dio ánimo para continuar. Se quitó lo gris y se vistió de un montón de sonrisas genuinas, de esas que a tu lado nunca tuvo. Se regaló todo el tiempo que te daba a ti y ahí entendió que mientras confíe en ella misma no habrá nada en esta vida que la pueda desmoronar.
Si la ves feliz, no vuelvas, por favor. Ya no es la niñita buena, se convirtió en la mujer que sabe lo que quiere, la que es capaz de pisotear las tristezas con sus tacones favoritos. Te quiso tanto, te deseó tanto, te amó tanto, que al final descubrió que no eras para tanto. Te quedó demasiado grande, no eres su ‘felices por siempre’.
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