Las dificultades le llegan a cualquiera. No diferencian entre personas sanas o no, no diferencian entre ricos y pobres, no identifican género, edad ni nada. Todos podemos pasar por situaciones estresantes que nos lleven a desarrollar trastornos mentales reales. Nunca sabes cuándo podría pasarte, no sabes a quién podría pasarle, que tú tengas la fortuna de ser feliz, o tengas la buena habilidad de ver con facilidad cómo actuar y no dejarte caer, no significa que todos deben ser así.
Cada cabeza es un mundo, cada persona tiene un historial de cosas por las que ha pasado en su vida. Todos tienen niveles de resistencia diferentes. No te atrevas a juzgar a nadie por algo que tú no puedes entender. Si no puedes ayudarle solo no digas nada y escucha, y si no lo soportas dile que no le puedes ayudar porque no sabes cómo. Pero no creas tener la solución en tus manos al juzgarlos y decirles que son débiles.
No tienes idea de las batallas internas que pelea cada persona. No sabes el esfuerzo que hacen para fingir estar bien, para no dar lástima, para no molestar a las personas a su alrededor. Si alguien siente la confianza suficiente para hablarte de su problema de depresión o ansiedad, no seas una persona de mierda y te atrevas a juzgarlo por creer que solo es cuestión de actitud porque a ti nunca te ha sucedido.
Es cierto, las personas tenemos el poder de decidir cómo sentirnos y cómo actuar frente a circunstancias severas. Pero no todos somos iguales, no todos tenemos la fuerza, no todos tenemos esa esperanza. Además, esos trastornos no son tan fácilmente manejables, de ser así, las personas serían más felices, lloraran menos, y sufrieran menos. Y la verdad es que esta sociedad demandante y estresante en la que vivimos genera cada vez más estos casos.
Cuando amas a una persona, no lo juzgas, lo escuchas, tratas de estar en su posición para comprender cómo se siente. No tienes que salvarlo, porque puede que no tengas ese poder, pero con solo escuchar y dar una palabra de comprensión ya contribuyes mucho con su condición.
La depresión es una condición mental que mantiene a las personas en constante tristeza, los hace dudar de sí mismos, les quita la energía, los debilita, sus metas dejan de ser importantes. Después de alguna fuerte lucha en su vida, la depresión puede llegar. Las decepciones pueden ser rudas y hasta mortales. No juzgues a esa persona. Te necesita y si decidió abrirse contigo es porque creyó que en ti podría encontrar un poco de paz.
Escúchale, escúchale con atención, tú podrías hacer una diferencia enorme en su vida. Nunca juzgues a nadie porque la verdad es que no sabes nada. Podrás saber de tus batallas, de tus debilidades y fortalezas, pero nada más. Las personas debemos ser seres conscientes de nuestras diferencias, no creer que todo será de la misma forma para los demás.
Hoy puedes sentirte bien, pero allá afuera, en algún lugar, alguien está en profundo dolor y no consigue una salida. Una voz honesta y amigable puede hacer una enorme diferencia en su vida. Elije ser esa voz y no una de palabras hirientes.