Es ella, no estás equivocado, es la misma que un día se sintió vulnerable en tus brazos. Es la que dejó que sus debilidades la hicieran sentir insegura, pero con todo y su dolor se limpió las lágrimas y se prometió no volver a dejar que alguien más aplastara su dignidad de esa manera. En su momento más frágil fue valiente, imagínate ahora. Ahora, es una mujer fuerte, la que no te rogará y se irá cuando no se sienta deseada. Llámala orgullosa, loca, llámala como se te antoje, que ya se le resbalan tus palabras.
Se convirtió en su versión de acero, la que puedes sacudir una y otra vez, pero no serás capaz de detener su vuelo. Sus alas nunca están lo suficientemente rotas como para no volver a empezar. Puede que le pese un poco su andar, pero no va a bajar la cabeza por nadie, mucho menos por alguien que la trata como si fuera una más del montón de sus migajas. Eres exactamente ese capítulo en su vida que no piensa volver a leer y créeme que no tiene nada que ver con sus sentimientos. Porque puede amarte con locura, pero no más que a ella.
Ella, ya no ruega. ¡Por supuesto!
Ella se irá cuando no se sienta deseada, porque se cansó de luchar. Hubo un momento en el que dio y dio, sin recibir lo mismo a cambio. Definitivamente, aquél que se atreva a juzgarla no conoce ni un fragmento de su historia. No me malinterpretes, no quiere ser la víctima, pero tampoco va a permitir que minimicen sus emociones. Es una mujer fuerte que también llora, grita, se enoja, se siente pequeña. Y eso no la hace menos valiosa, la hace humana, sensible y hermosa.
Cuando digo hermosa no hablo de lo bien que luce su cabello o lo grande de sus ojos. Me refiero a algo más que ese color suave en sus labios o el aroma que impregna cada vez que pasa a tu lado. Hablo de lo hermosa que es por dentro, de sus emociones tibias y frías. De esa manía loca de querer controlarlo todo. Hablo de la manera en que te acaricia como si el mundo sufriera una pausa en medio del montón de tormentas que agobian su mente.
Si estás esperando que vuelva a rogar por tus besos, es mejor que tomes asiento, porque eso no va a suceder. Es obvio que tocaste su orgullo y eso significa que no hay vuelta atrás. Es de las que prefiere decirle adiós al amor de su vida, que terminar perdonando una decepción tras otra.
No hay mucho qué decir, basta con que te detengas a ver un poco su rostro, se le nota que ya no es de las que suplica sonrisas. Ni tampoco deja que los días grises la apaguen, al contrario, enciende el fuego en medio de las tinieblas. Es cierto, cuando ella se enamora de un hombre, la única persona que puede arruinarlo, es él mismo. Él es el que la rompe cuando ignora sus mensajes, crítica su manera de vestir, le exige que cambie y la ridiculiza frente al resto.
El hombre que la hace sentir poco deseada, que la mira como un mueble más y, para colmo, el egoísta se siente tan seguro de que nunca lo va a dejar, que es capaz de burlarse en su cara. La ve así, tan triste y necesitada, que se aprovecha haciéndole creer que no encontrará a nadie más. Ese hombre es el que creyó que nunca iba a cambiar, pero lo hizo, resurgió y se dio cuenta de que no merece tan poca cosa en su vida.
Una mujer fuerte que no te va a rogar, se armó de valor y ahora ama sus silencios, miedos, imperfecciones. Ama todo lo que le hicieron creer que no tenía sentido, pero entendió que hasta su peor defecto es indispensable para crear la obra maestra en la que se ha convertido.
Y sí, sé que la deseas como si nunca la hubieras tenido, pero ahora te toca apreciar su arte desde lejos. Por favor, no te acerques mucho, porque la vas a ensuciar.
Texto original: albertespinola.com © Todos los derechos reservados.